
Por Abril Peña
Ya no necesitas tropas para controlar un país. Baste con manejar sus fortuna, su deuda y su novelística. Las guerras modernas no se ganan con tanques. Se ganan con contratos, crisis y caos correctamente dirigido.
Durante décadas nos enseñaron que el colonialismo había quedado detrás. Que las potencias se retiraron, que África y América Latina eran ahora territorios libres. Pero la verdad es que el atlas geopolítico de hoy luce diferente, aunque opera con la misma razonamiento de siempre: el que tiene los fortuna, es el premio; el que los codicia, mueve los hilos.
Hoy los imperios no colonizan. Invierten, “ayudan”, capacitan, pacifican. Y mientras distraen con discursos diplomáticos, se llevan lo que verdaderamente importa: coltán, litio, celeste, cobalto, tierras raras. Sin eso no hay inteligencia industrial, ni autos eléctricos, ni satélites, ni 5G, ni guerras modernas. Ni control.
📍 África: campo de batalla sin desavenencia declarada
La República Democrática del Congo, uno de los países más ricos del mundo en minerales estratégicos, lleva décadas en conflicto. Y casualmente, esos conflictos se concentran en las zonas más ricas en coltán y cobalto. Níger, por su parte, exporta celeste a Europa mientras su población vive en la oscuridad. Mali tiene oro, pero no tiene agua potable en sus zonas rurales. Y cada vez que una nación africana intenta recuperar su soberanía sobre los fortuna, aparece la “inestabilidad”, el terrorismo, o el “peligro para la democracia”.
No es coincidencia. Es el guion habitual: primero financio tus divisiones, luego justifico mi presencia, posteriormente “te ayudo” con condiciones. Y cuando despiertas, lo tuyo ya no es tuyo.
💼 Potencias sin bandera
Hoy el control no es marcial, es logístico. China no invade, pero controla el procesamiento de minerales y financia infraestructura que compromete la soberanía. Estados Unidos no se impone, pero tiene bases militares estratégicas, convenios de defensa, y satélites sobre cada venero. Europa predica la transición verde, pero necesita litio, cobre y tierras raras que no tiene.
Y en el medio están las grandes corporaciones: las verdaderas potencias sin circunscripción ni bandera, que operan desde Silicon Valley o Londres, pero extraen desde Zambia hasta Guatemala, blindadas por tratados de inversión que nadie entiende, pero que siempre ganan.
⚠️ La maldición de la riqueza
Los países con fortuna estratégicos no son pobres por contratiempo. Son empobrecidos por diseño. La pobreza es utilitario a la explotación. Y cuando un Estado débil no puede regular, proteger ni industrializar sus riquezas, otros vendrán a hacerlo por él. A su guisa. A su valía.
🇩🇴 Y en medio de todo esto… nosotros
República Dominicana debe mirar este espejo con detenimiento. En los últimos abriles han surgido reportes sobre la posible presencia de tierras raras y otros minerales estratégicos en nuestro subsuelo. Para muchos, eso podría parecer una superioridad. Para quienes hemos seguido la historia general, es una señal de alerta.
No es casualidad que estemos tan preocupados por Haití, ni que la región esté en tensión constante. Los conflictos internos —propios o ajenos— suelen preceder al dolo de los fortuna. Son la forma favorita de las potencias para distraer al pueblo de lo esencial, y testimoniar intervenciones que luego se traducen en concesiones, deuda y pérdida de soberanía.
🧠 ¿Y entonces?
No se comercio de paranoia. Se comercio de memoria histórica. Lo que está en conjunto no es solo nuestro oro, ni nuestro litio, ni nuestra tierra. Lo que está en conjunto es el derecho a osar sobre nosotros mismos. El derecho a no repetir el destino del Congo con acento caribeño.
Porque el cierto neocolonialismo no se ve… hasta que ya no se puede deshacer.