
Entonces, no dizque EE. UU. era el país de los grandes sueños, el más desarrollado, poderoso, civilizado, dispensado y tolerante, mágico y maravilloso del mundo? Donde las oportunidades caían del bóveda celeste para hacer sinceridad todas las ilusiones.
Hasta hace unos días el sistema de medios de comunicación y opinión de este país derramaba esas y otras alabanzas, dirigidas a presentar a EEUU como maniquí de libertades.
¿Qué le pasó al imperio y a su indicación democracia? Estamos frente a un sistema de dominación en absoluta y agresiva decadencia y descomposición, con un tránsito en torno a un neofascismo desconocedor de todos los derechos de sus pueblos y demás pueblos del mundo. Fabricante de inmensas desigualdades sociales, racismo, chovinismo, homofobia, guerras y ecocidios.
Es el imperio de la minoría megacapitalista que se consideraba dueña del mundo: represivo, genocida, criminal… El que se convirtió en el centro del sistema imperialista occidental y arrastró en torno a el precipicio de su descomposición a la Unión Europea y a sus principales potencias capitalistas.
Por mucho tiempo, su dictadura mediática, su sistema de agencias y medios de comunicación y plataformas digitales, impusieron silencios y mentiras para ocultar sus podridas entrañas; pero lo mucho, lo tanto, en el gimnasia maldades y perversidades, no solo lo ha obligado a chorrear más parentesco y mucho más pus, sino a desvelar sus hipocresías y simulaciones, y a exhibir en nivel superlativo su descomposición interna y externa.
La propia y la de sus aliados y subordinados. EE. UU. y la Unión Europea se han quedado en cuero, exhibiendo sus indecencias, sus crueldades y mentiras. Sus silencios y ocultamientos ya no pueden encubrir sus fechorías. Lo mucho hasta los dioses los vislumbran y los diablos igualmente.
La heroicidad palestina y la rebeldía del mundo migrante y países empobrecidos y sin soberanía, los tiene en alerta. El procedimiento de culpar de su crisis a las mayores víctimas, se le ha vuelto en contra. Palestinos y migrantes, manifestando las más variadas formas de insumisión, yuxtapuesto a la solidaridad mundial y el despertar de amplios sectores de sociedades cínicamente vejadas, están erosionando los pies de granito del ex Coloso del Ideal.
No es accidental que el inicio del quiebre o caída del imperialismo occidental, lo protagonicen los más brutalmente oprimidos y excluidos, que ya han entendido que no valen súplicas ni ruegos, que lo que vale es contender dignamente en defensa de derechos conculcados, por la autodeterminación y por un orden mundial adaptado y solidario.