
El consumo excesivo de vino no solo daña su hígado. Una nueva investigación dice que asimismo puede aminorar su cerebro, perjudicar la memoria y quitarse primaveras de su vida. A estudio fresco ha dibujado una conexión convincente entre el consumo de vino a espacioso plazo y las lesiones cerebrales relacionadas con el daño cognitivo y la mortalidad precursor.
La investigación fue dirigida por científicos de la Universidad de São Paulo y publicada en la revista Neurología. En él, los investigadores analizaron las autopsias cerebrales de casi 1,800 individuos. Estos se combinaron con datos del biobanco del Reino Unido, lo que permite a los investigadores comparar los hábitos de vino con la salubridad neurológica al expirar.
Las autopsias se agruparon en cuatro categorías: no bebedores de toda la vida, bebedores moderados, ex bebedores pesados y bebedores pesados que continuaron bebiendo hasta el final de sus vidas.
Según los hallazgos, el consumo de vino pesado parece causar daño cerebral, con tomar fuertemente asociado con arteriolosclerosis hialina. Esta es una condición en la que los pequeños vasos sanguíneos del cerebro se vuelven rígidos y estrechos, reduciendo el flujo escarlata y aumentando el aventura de daño con el tiempo.
Los investigadores dicen que se sabe que este cambio vascular perjudica la memoria y las habilidades de pensamiento. Entonces, su asociación aquí solo solidifica aún más el vínculo entre el consumo de vino, el daño cerebral y el daño cognitivo a espacioso plazo.
Lo que es más preocupante es que incluso aquellos que dejaron de tomar antaño de la crimen aún mostraron mayores riesgos de lesiones cerebrales y degeneración neurológica. El daño no simplemente desaparece una vez que se detiene el consumo de vino.
Los ex bebedores pesados tenían más probabilidades de mostrar enredos de tau en el cerebro, una proteína asociada con la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia. Asimismo tendían a tener cerebros más pequeños en relación con el tamaño del cuerpo y obtuvieron puntajes más bajos en las pruebas cognitivas.
Sin requisa, quizás la estadística más aleccionadora de todas es que los bebedores pesados tenían una vida útil promedio de 13 primaveras más corta que aquellos que nunca bebieron. Si aceptablemente el estudio no reclama la causalidad directamente, los datos hacen un argumento resistente para repensar lo que sabemos sobre los existencias a espacioso plazo del vino en el cerebro, respalda aún más la creencia de que incluso el consumo moderado puede ser dañino.
Los investigadores reconocen que hay algunas limitaciones aquí, por supuesto, particularmente que no podían determinar con precisión cuánto tiempo habían estado bebiendo los sujetos. Aún así, la evidencia se suma a una comprensión creciente de que el daño cerebral inducido por el vino es efectivo, y puede comenzar mucho antaño de que cualquier señal se vuelva obvio.