París.- Las defensas de varios de los acusados secundarios en el sensatez por el millonario robo de joyas a Kim Kardashian en París en 2016 destacaron este jueves la desatiendo de pruebas contra sus clientes, a la aplazamiento de escuchar a los de los dos principales imputados.

Tras la petición de penas que realizó ayer la Fiscalía, que solicitó penas de entre 6 y 10 primaveras (esta última guarismo para cuatro de los ocho acusados presentes), llegó el turno de los abogados de la defensa.

Contra uno de ellos, Didier Dubreucq, “no hay ausencia” en forma de pruebas, insistió su abogada, quien recalcó que la incriminación no ha podido aportar ni imágenes de videovigilancia, ni restos de ADN ni ninguna otra evidencia que le sitúe en el zona y el momento del atraco.

La investigación cree que Dubreucq fue uno de los dos enmascarados que apuntaron a Kardashian con una pistola y se hicieron con sus joyas.

Este pronunciado, un atracador reincidente de 70 primaveras que acude varias veces por semana a sesiones de quimioterapia para tratar un cáncer de pulmón, insistió en su inocencia durante su interrogatorio la pasada semana.

Otro de los acusados para los que se piden 10 primaveras es el más imberbe, Marc Boyer, cuyo abogado apuntó a lo que considera un “desequilibrio” entre los “indicios” aportados por la investigación y la severidad de la pena solicitada.

Los otros dos acusados para los que se piden 10 primaveras de gayola no niegan su culpabilidad, ya que fueron identificados por su ADN, y sus abogados no han intervenido aún.

Uno es el considerado por la investigación como el cerebro de la operación, Aomar Aïet Khedache (69 primaveras), que rechaza ocurrir jugado un papel tan importante, y que sufre una enfermedad que le ha dejado sordo y casi afónico.

En su prueba ha hablado de un misterioso ‘señor X’, que encargó el robo y participó en el mismo, antiguamente de desaparecer con el robo, que en su mayoría no ha sido enemigo.   Alegando su enfermedad aseguró, sin secuestro, no rememorar muchos detalles de ese hombre y se negó a revelar su identidad para proteger la seguridad de sus allegados contra posibles represalias.

El otro es Yunice Abbas, un antepasado de 72 primaveras, quien hasta publicó en 2021 un volumen sobre el robo, en el que reconoció que ni siquiera conocía la identidad de su víctima.

El defensor de uno de los acusados de suministrar información sobre los movimientos de Kim Kardashian a los atracadores argumentó que la actividad de la ‘influencer’ en redes sociales y sus apariciones en la Semana de la Moda de París de ese año hacían que “miles” de personas estuvieran al tanto de sus movimientos en tiempo existente.

La propia Kardashian, en su manifiesto de la pasada semana, ya reconoció que tras el robo solo publica en redes sociales cuando se ha marchado de un evento, no mientras continúa en él.

De los diez acusados, uno murió antiguamente de comenzar el sensatez y el otro no ha sido chancillería porque sufre Alzheimer en estado liberal. Los alegatos de las defensas dieron el contrapunto a la presentación de conclusiones y petición de penas de la Fiscalía.

“No hay duda sobre la culpabilidad de los acusados”, había afirmado de forma rotunda ayer la fiscal Anne Dominique Merville en su alegato final frente a los jueces del tribunal.

El robo, que dio la revés al mundo por la condición de fortuna de la telerrealidad y de las redes sociales de la víctima -que tiene 356 millones de seguidores en Instagram-, tuvo zona en la aurora del 3 de octubre de 2016.

Esa indeterminación, la manada asaltó un pequeño y discreto hotel de postín en la zona de la Madeleine, en el centro de París, donde Kardashian se alojaba durante varios días porque asistía a varios eventos de la Semana de la Moda.

Los asaltantes se llevaron joyas valoradas en unos 10 millones de dólares, entre ellas el anillo de bodas que el rapero Kanye West había regalado a Kim Kardashian, una estancia con un diamante de 19 quilates y valorada en unos cuatro millones de dólares.

Los acusados fueron detenidos en enero de 2017. Fueron bautizados por la prensa francesa como los “yayoladrones” porque muchos de ellos superan o rondan los 70 primaveras, con un amplio historial delictivo y muchos primaveras de prisión a sus espaldas.