
Ser religiosa o padre en estos tiempos no es solo cambiar pañales, sufrir a los niños al colegio o intentar nutrir el orden en casa mientras trabajas.
Es mucho más que eso. Es una experiencia intensa, hermosa y agotadora, atravesada por una sociedad que impone estándares imposibles, donde las redes sociales muestran una traducción idealizada de la crianza y donde muchos padres se sienten solos, culpables y abrumados.

Para comprender mejor los retos emocionales y mentales que enfrentan las madres y padres hoy en día, el informe Hoy conversó con el psicólogo Clínico Fernando Santana, quien compartió su examen profunda sobre lo que en realidad implica agregar a un hijo en su crecimiento.
A continuación, la entrevista completa:
¿Qué significa ser religiosa o padre en el mundo de hoy?
Medio:
- Habitar una inclinación de simpatía, en medio de una sociedad saturada de exigencias, comparaciones y ruidos externos.
- Abrazar la tarea sagrada de agregar el crecimiento de otro ser humano desde el simpatía, la presencia y la entrega, sabiendo que muchas veces se hará desde la fragilidad, la duda y el cansancio, porque somos imperfectos.
- Ser consejero, refugio emocional, contenedor de preguntas y sembrador de esperanza.
¿Cuáles son los principales desafíos emocionales y mentales que enfrentan los padres actualmente?
Entre los mayores desafíos están:
- La presión constante por “hacerlo todo proporcionadamente”, alimentada por una civilización de perfeccionismo.
- La errata de tiempo y el cansancio emocional, que impide a muchos padres conectarse con calma con sus hijos.
- La soledad en la crianza, no sólo por la marcha física, sino igualmente por la emocional, de uno de los padres.
- La sobreinformación, que genera ansiedad en vez de claridad.
- El temor de errar, que paraliza y frena la espontaneidad.

Además puedes percibir: Evita enfermedades: cómo conservar tus alimentos seguros en época de calor
¿Por qué muchas personas sienten incumplimiento constante al criar?
Según mi experiencia, a veces se ama tanto, que se ama mal, porque queremos hacerlo a la perfección y darles a nuestros hijos todo lo que no tuvimos, y frente a cualquier error o afición, se experimenta como una herida irreversible. La incumplimiento surge cuando el simpatía se mezcla con la impotencia, cuando se quiere dar más de lo que se puede ofrecer. Y igualmente porque el maniquí idealizado de “padre valentísimo” o “religiosa perfecta” es inalcanzable, y el corazón humano tiende a medirse con esas varas que la civilización o el entorno nos han vendido. Pero la incumplimiento muchas veces viene, no porque se está criando mal, sino porque se está criando desde el simpatía verdadero, ese que duele cuando no se siente suficiente.

¿Cómo ha influido la presión de las redes sociales en la crianza moderna?

Las redes sociales han generado una doble trampa: Mostrar solo los momentos bonitos, y al verlos, observar que uno no está a la pico. Tomar demasiadas voces externas, que terminan apagando la voz interior y la intuición personal. En superficie de ser puentes de conexión, muchas veces las redes son espejos deformantes que reflejan una crianza idealizada, editada, sin gritos ni lágrimas. Y eso genera inseguridad, comparación constante y autoexigencia destructiva.
¿Existe una “forma correcta” de criar o depende del contexto?
No hay una única forma correcta, pero sí hay principios que guían con prudencia: respeto, simpatía incondicional, límites sanos, audición activa, coherencia, presencia emocional. Cada padre o religiosa ha de ir creando su propio manual, porque la forma concreta dependerá del temperamento del hijo, del estilo del hogar, de los fortuna disponibles, de la civilización, del momento histórico. Criar es un arte, no una fórmula, y por consiguiente exige discernimiento y humildad más que manuales inflexibles.
¿Qué ha cambiado en la forma de criar respecto a generaciones anteriores?

A mi causa, en la presente, se ha vacada en sensibilidad emocional, en gratitud de los derechos de los niños, en comprensión de las etapas del expansión y de las heridas psicológicas. Sin requisa, se ha perdido cierta claridad en la autoridad y una red más comunitaria, que ayer sostenía la crianza (vecinos, abuelos, barrios unidos). Se ha pasado de una crianza basada en el temor a una que sondeo el diálogo, pero no siempre se logra el consistencia. Ayer se criaba con menos ciencia, pero con más instinto; hoy se tiene más teoría, pero menos tiempo y paz interior.
¿Qué le diría a una religiosa/padre que se siente abrumado o que cree que no lo está haciendo proporcionadamente?
Como en diversas ocasiones he tenido en consulta padres que se sienten abrumados por la posibilidad de haberlo hecho mal y sentirse responsables del mal rumbo que han tomado los hijos, les he dicho que sólo deben tener en cuenta cuánto se han sacrificado por ello, por su crecimiento, expansión, educación y formación, y si son conscientes de que han hexaedro lo mejor de ellos, deben estar tranquilos. Porque han estado haciendo más de lo que creen y no necesitan ser perfectos, sino, estar presente, amando desde su verdad y aceptando que criar igualmente es un camino de transformación para ellos. Porque la perfección no es verdadero, y los hijos no necesitan padres sin errores, necesitan padres humanos que sepan flirtear, pedir perdón, y seguir delante con ellos.
El diestro se encuentra en redes sociales como @fernandosantanapc
Síguenos en nuestras redes sociales como informe