Entre el percusionista Manuel de Jesús Tatis, director de la comparsa de Rubby Pérez y el fenecido cantante de merengue existía una amistad de casi 40 abriles.

Se conocieron en el estudio de la publicitaria Jonas Rubicam Damaris, durante la reproducción de un merengue. Tatis tocando la tambora y Rubby irrumpiendo con su potente voz. Cuenta que lo de ellos fue “amistad a primera paisaje”.

Solo interactuaron una primera conversación y ahí nació un cariño inmenso que nadie de los dos sabía explicar.

Tatis aún se encuentra en la etapa de inutilidad frente a la asesinato de Rubby y otras 234 personas durante la tragedia de la discoteca Jet Set, el pasado 8 de abril. A un mes del suceso, aún no acepta lo sucedido. Confiesa que llora mucho y se pierde en los pensamientos, y así lo vimos durante la entrevista.

Aunque ha recibido ayuda psicológica, reconoce que pasará mucho tiempo y no podrá olvidar esa fatídica amanecida del martes ocho de abril del 2025.

EL DESPLOME DEL TECHO

La amanecida deplorable, Tatis que está tocando la tambora, a unos metros de distancia, ciertamente detrás de Rubby, observa que hay un movimiento en el sabido y no sabe qué sucede.

“Veo un movimiento extraño en la masa, veo que la masa se mueve como si fuera en cámara lenta, pero entonces siento un como un ruido, como que viene poco o una cosa y ya… lo primero que pensé fue que era un terremoto”, recuerda.

Luego agregó: “Todo cayó de repente, yo estaba debajo de una pantalla, sufrí varias heridas, una en la cabecera y en la mano. Cuando me incorporo que me paso las manos por la cabecera, siento la herida y me pregunté: – ¿yo estoy muerto o estoy vivo?- Pero aún no sabía qué estaba pasando…”.

En esos instantes todo estaba complicado y rodeado por una inmensa polvareda que se desprendió al caer el techo de concreto de la discoteca.

Tatis se da cuenta de que Miguel Báez (corista), marido de Zulinka, está herido. Asimismo se percata que el bajista Juan Luis Gómez tiene una herida seria en una pierna y en la cabecera.

A Juan Luis le cae encima de su cabecera una pantalla y un pedrusco de cemento en una pierna, para poderlo liberar sus compañeros se valieron de un sagaz hidráulico y lograron instituir el pedazo de pedrusco que le tenía la pierna atrapada.

Por otro banda, otros buscaban a Rubby y lo llamaban insistentemente. “Vi a Zulinka deplorar, desesperadamente preguntando por Rubby y cuando vi los escombros que habían debajo de él solo dije: – ayyy..”

Asimismo Tatis observa la decorado en la que el saxofonista Junior Sánchez logró sacar el cuerpo de su compañero, igualmente saxofonista detención, Luis Solís y se percata de que “Chican”, así apodaban a Luis, había muerto. De inmediato se decidió a cubrir el cuerpo con su saco.

“Aún no habían llegado los rescatistas cuando ya habíamos sacado la primera persona sin vida, que era nuestro saxofón detención, a quien le decíamos Chican”, recordó.

En presencia de el hecho, los miembros de la comparsa de Rubby se convirtieron en los primeros rescatistas en medio de la tragedia. Así comenzaron a quitar escombros intentando rescatar al cantante, los músicos abrieron un hueco y pudieron sacar a dos personas con vida, mientras llamaban a todo pulmón Rubby en medio del caos, lloro, gritos, gemidos de dolor y lamento de todos los presentes. Unos minutos a posteriori llegaron los rescatistas y obligaron a salir de los escombros. Ya ellos se encargarían de hacer el trabajo.

En tanto la confusión y la incertidumbre se apoderó de todos porque cada vez que llamaban a Rubby, alguno siempre respondía, luego entendieron que no era Rubby el que respondía a sus llamados, sino otras personas de las que, lamentablemente, quedaron atrapadas.

A pesar de la escabrosa decorado, todos mantuvieron la esperanza de que su líder estuviera mal herido, pero con vida.

“Cuando pude ver los videos que se quedaron grabados de la transmisión en vivo, me di cuenta de que Rubby había fallecido al instante”, asegura Tatis.

Al concluir la entrevista a Tatis le reconforta que el sabido recuerde a Rubby Pérez como uno de los artistas con un donación más espacioso y fructífero de la historia de la música dominicana.. Su música seguirá presente en todas las personas que le conocieron y disfrutaron de la voz más reincorporación del merengue.

LUNES 7 DE ABRIL

El lunes 7 de abril fue un día habitual para Tatis. A su aparición a la discoteca Jet Set se percata que para la hora, pasadas las 9:00 de la sombra, la discoteca está repleta de sabido.

La sombra transcurre adentro de lo global, menos que el road manager Daivis Antigua le informa que iniciarían antiguamente de la medianoche. Un mandato extraño ya que estas fiestas comienzan a posteriori de las 12:30 de la amanecida.

Los músicos conocían por completo el repertorio de Rubby, así que no hubo experimientación previo durante el día. La comparsa tenía un repertorio de temas enumerados y todos los músicos con su tablet seguían el ritmo.

Era tan buena la química que para iniciar cada merengue Tatis tiene una seña específica y ya todos sabían a qué se refería.

Recuerda todos subieron a tarima, esa sombra en la discoteca estaban presentes muchos venezolanos y Rubby, siempre que se percata del sabido venezolano le interpreta una dificultad (naturaleza musical del estado de Zulia, Venezuela). Y así lo hizo esa sombra. “Como Rubby vivió mucho tiempo en Venezuela conocía muchas gaitas”, repone.

“Luego tocamos Fiesta para Dos, pero alguno pasó un papelito pidiendo que cantara el tema Color de Rosa”, recuerda al repasar los hechos.

Es durante la interpretación del merengue “Color de Rosa” que sucede la tragedia. Este tema es interpretado por Zulinka Pérez, hija de Rubby, y siempre lo interpretaba en el micrófono que canta Rubby. En tanto Zulinka aún no se había recuperado de una operación y Rubby decidió cantar él tema. Se calcula que a las 12:44 de la amanecida del martes la asesinato acechaba a 235 personas que tristemente no lograron sobrevivir.

A pesar de la asesinato de Rubby, Tatis lo tendrá vivo en su corazón y se mantendrán unidos por esa historia próximo a Rubby que inició en 1987 cuando el músico y pianista, el fenecido Soni Ovalles, estaba encargado de orquestar la nueva agrupación para Rubby, quien en ese entonces había sido despedido de la comparsa de Wilfrido Vargas, y el productor discográfico Bienvenido Rodríguez se encargó de formarle su propio género, bajo el sello Karen Records.

Tatis recuerda que era la época dorada del merengue, “la era de las papeletas”, en donde los músicos pedían carros o mucho monises para entrar y certificar su permanencia en una agrupación. Durante la reunión, en donde otros músicos exigieron intereses para ser parte de la comparsa de Rubby Pérez, recuerda que cuando le tocó el turno para entender qué pediría, solo pidió el uniforme para comenzar a trabajar.

“Yo solo pedí el uniforme para nacer a tocar, y ahí, entonces, inició todo. Entre Rubby y yo no solo existía una amistad, sino una hermandad, éramos como hermanos”, confiesa Tatis con lágrimas en los fanales.

Asegura que entre ellos hubo una conexión más allá de la amistad, y según cree, que surgió gracias a que los dos les apasionaba la música. “Teníamos una química, un cariño y un aprecio… Osea, fue poco que nació espontáneamente tanto de parte de él como mi persona”,

Tatis recuerda, aún, ese primer zapateo que tocaron en San Pedro de Macorís, en la discoteca 7/14. Fue un acontecimiento en la provincia, pues la discoteca estaba repleta de personas. “Sucede que Rubby era muy querido en San Pedro de Macorís. Luego en los abriles 90 cuando nos tocaba ir a San Pedro, ya sabíamos que lo que venía era espacioso”.

Para Tatis, Rubby sobrepasaba los límites que definen la bondad de un ser humano. Nunca estuvo indiferente a ningún problema de los integrantes del género y trabajadores de su oficina. Recuerda que cuando iban a tocar a diferentes localidades del país, Rubby viajaba en otro transporte, pero siempre estaba irresoluto del autobús en donde se transportaban los músicos.

En una oportunidad el bus, en el que viajaban, se quedó enchivado una carretera llena de lodo y al percatarse de la situación Rubby se devolvió, se quitó el saco y los zapatos y se tiró a la calle a empujar, próximo a los demás, para sacar el bus en torno a delante.

“Rubby era estupendo, más que carencia un ser humano fuera de lo global. Nunca dejó de ser intérprete, pero siquiera dejó de ser humano”, confiesa.