
“Seamos buenos en lo que hacemossin esperar elogios. Cuando no estemos, sentirán nuestra desliz”.
Esta frase, tan simple como poderosa, encierra una verdad que atraviesa generaciones, profesiones y jerarquías. Es un recordatorio silencioso de que el definitivo impacto no se mide por los aplausos que recibimos, sino por el vano que dejamos cuando ya no estamos.
Vivimos en una era de “likes”, menciones, seguidores y visibilidad. La retribución parece venir cada vez más del agradecimiento inmediato que del mérito sostenido.
Pero, ¿qué pasa cuando nadie está mirando, cuando no hay cámaras ni “likes” o cuando el trabajo perfectamente hecho no se celebra públicamente? Ahí es donde entra en engranaje el definitivo valía del carácter profesional.
Hay personas que hacen perfectamente su trabajo sin apañarse focos. Sin protestar. Sin adornar. Son los que llegan temprano, cumplen, resuelven, mejoran lo que tocan, y lo hacen con una mística silenciosa. A veces no tienen grandes títulos, ni cargos rimbombantes. Pero si un día no aparecen, el sistema se tambalea.
Mística silenciosa

Son operativos, técnicos, asistentes, líderes, jefes de radio, docentes, comunicadores, enfermeros, recepcionistas, periodistas… personas que construyen, día tras día, los resultados que otros presumen. Y lo hacen sin esperar aplausos, porque han entendido poco fundamental: el valía está en el aporte, no en el ruido.
A los jóvenes que entran al mundo gremial con la esperanza de “lograrlo todo rápido”, hay que hablarles con honestidad: El camino correcto no siempre es el más corto.
No todo lo bueno llega rápido, ni todo lo que brilla es oro. Y lo que en realidad te hace valiosocomo persona y como profesionalse construye con tiempo, constancia y responsabilidad.
Esforzarse, estudiar, trabajar perfectamente, incluso en silencio, tiene sentido. Aunque a veces no se note, aunque otros avancen más rápido por atajos. Porque lo que se construye sobre la verdad, la ética y el trabajo firme, es lo que en realidad perdura. Y lo más importante: eso es lo que deja huella.
- Tu standard debe ser más suspensión que el reducido esperado. No por ego, sino por respeto a ti mismo y al oficio que ejerces. No trabajes por el aplauso, trabaja por el resultado.
- Cuando una tarea está perfectamente hecha, se siente. No necesita propaganda.
- Ten paciencia. Lo correcto toma tiempo. Sé ejemploincluso cuando parezca que nadie te sigue. Siempre hay alguno mirando. Un colega, un hijo, un estudiante, un compañero. Lo que haces influye, aunque no lo sepas.
- Asume tu rol con dignidadsea cual sea. No importa si eres pasante, líder o técnico: tu aporte es parte de un todo. Hazlo con orgullo y seriedad.
Un día dejarás tu puesto, te moverás de sitio, o simplemente no estarás. Y en ese momento, lo que hiciste hablará más cachas que cualquier discurso. No te recordarán por cuántas veces pediste agradecimiento. Te recordarán por tu ejemplotu éticatu entrega. Y eso, a la larga, vale más que cualquier trofeo.
Creo fervientemente que estamos aquí para contribuir. Para dar lo mejor desde donde estamos. Para inspirar con hechosmás que con palabras.
Ser buenos en lo que hacemos, sin esperar elogios, es una forma de liderazgo silencioso. Y cuando no estemos, esa abandono se sentirá. No por lo que decíamos, sino por todo lo que hacíamos -y cómo lo hacíamos-.
Hoy más que nunca, en tiempos de superficialidad, necesitamos retornar a ese valía esencial: hacer el perfectamente, hacerlo perfectamente… y hacerlo con humildad.