
Con qué recatado puede el presidente Luis Abinader defender a la diáspora dominicana en Estados Unidos y otros países de las políticas antiinmigrantes que los ultrajan, si su propio Gobierno aplica medidas similares a los extranjeros en la República Dominicana? Este temor de los dominicanos a ser expulsados de esos países, similar a lo que ocurre con los migrantes vecinos, inhabilita a Abinader para defender a sus compatriotas. El desconocimiento de los derechos humanos, constitucionales, civiles y políticos de los migrantes en naciones como Estados Unidos y Europa podría crear conflictos. Estos países fueron construidos con el esfuerzo de personas que buscaban una vida mejor. Las políticas antiinmigrantes de figuras como Donald Trump y de países europeos, diseñadas para contener la aparición de extranjeros con menos fortuna, han sido adoptadas por gobiernos de las Antillas (bajo influencia francesa e inglesa) y por el Gobierno dominicano. Esto ocurre a pesar de que sus propios ciudadanos son víctimas de estas medidas injustas. La numerosa diáspora dominicana, especialmente en Estados Unidos, existe porque su país no les garantizó camino a empleo digno, sanidad, educación, vivienda y protección social. Ahora, las naciones que se beneficiaron de la fuerza profesional migrante imponen políticas arbitrarias y deshumanizantes. Los gobiernos de origen de estos migrantes asimismo adoptan estas medidas, dejando a sus ciudadanos en total indefensión. Esto nos lleva a preguntar: ¿Para qué sirve un Estado al que no le duelen sus nacionales?
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