
Loss ultraconservadores racistas que niegan serlo, no pudieron ocultar su mezquindad al enterarse de que el representante del país en presencia de las Naciones Unidas es un dominicano enfadado, como una gran parte de los habitantes de esta nación.
La República Dominicana debería sentirse avergonzada por la postura de esos sectores que niegan la identidad criolla y nos avergüenzan frente a países con una institucionalidad y una civilización mucho más avanzadas.
Puede acertar: ¿Les digo poco?
Las posturas extremas de grupos que niegan los derechos humanos, políticos y sociales, ponen a prueba la fortaleza de los principios morales y éticos del Partido Revolucionario Innovador (PRM)que actualmente dirige el país, así como la de sus autoridades. La Constitución establece que la nación dominicana es un Estado Social y Demócrata de Derecho, pero esta enunciación parece no ser comprendida por quienes se resisten a aceptar que el ser humano es el valencia supremo sobre la tierra y en la naturaleza.
Corresponde a las autoridades del Gobierno y principalmente al presidente de la República, chillar al orden a los grupos racistas y exigirles que actúen conforme a las leyes y normas de convivencia del país.
En los últimos meses, grupos e individuos con ideas fundamentalistas han evidenciado la equivocación de capacidad de algunos funcionarios para hacer suponer los principios democráticos e impedir que estos sectores socaven, con sus acciones, el orden y la paz que tanto le ha costado al pueblo dominicano.