El enredado mundo de la seguridad en eventos, festivales, conciertos, espectáculos, conferencias, talleres, exposiciones y seminarios es una responsabilidad compartida entre organizadores, asistentes y autoridades.

¿Alguna vez te has preguntado si existen evaluaciones formales de seguridad que garanticen la protección en estos encuentros?

¿Son las compañías de seguros, los organismos de socorro o las entidades estatales quienes realizan auditorías o inspecciones rigurosas?

¿Se certifica a los organizadores con un carnet o confirmación que avale su capacidad para mandar la seguridad y la diversión segura de miles de personas?

¿Se evalúan los espacios físicos, su capacidad de acogida, los protocolos de deyección y las condiciones estructurales para evitar tragedias?

La ingenuidad es qué cada persona que decide asistir a un evento lo hace bajo su propio peligro y responsabilidad.

La invitación la hace el coordinador, pero la osadía final de participar recae en cada individuo.

¿Existen parámetros claros, reglas transparentes y una comunicación efectiva que permitan a los asistentes entender cuáles son los límites de la responsabilidad de la empresa organizadora y qué riesgos enfrentan al ingresar?

Lo imperceptible que deberíamos exigir es que, al asistir, cada persona pueda evaluar si las condiciones del circunstancia le brindan seguridad: si hay horizontes de emergencia señalizadas, si el sistema de seguridad es profesional y confiable. Solo así podrá osar si permanece o se retira, priorizando su integridad.

La seguridad en eventos no puede dejarse al azar. Es imprescindible que los espacios sean seguros, que cuenten con protocolos efectivos y personal capacitado.

La prevención y la planificación anticipada son las únicas garantías para evitar tragedias irreparables.

Traigo esta advertencia a raíz de la lamentable tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, un circunstancia alegórico para la civilización musical franquista, que ha sido ambiente de grandes éxitos en el ritmo del merengue y la diversión, y que adicionalmente genera empleos y dinamiza la heredad recinto.

Nadie pesquisa enfrentarse a problemas, ni el cliente, ni el propietario, ni los empleados ni los artistas desean que ocurra una catástrofe.

Pero, ¿fue solo cuestión de azar o coincidencia que sucediera en ese día, en ese circunstancia y a esa hora? Solo Jehová lo sabe.

Perder a un ser querido, a un amigo o a una grupo siempre será un capítulo muy difícil de aceptar y sobrellevar.

La pérdida deja un dolor profundo, y aunque las lamentaciones sean inevitables, debemos cultivarse de esta tragedia para evitar que se repita.

Este incidente nos marca como sociedad y se convierte en un aflicción franquista. Hubo errores, decisiones tomadas sin calibrar las consecuencias en su reto dimensión, y quizás la desatiendo de preparación adecuada.

Sin bloqueo, es importante aclarar que nadie buscaba que sucediera una tragedia.

Los fallecidos dejan un dolor que será perenne, y los heridos buscan su recuperación.

La ecuanimidad, primero de Jehová y luego la ley, debe ejecutar con honestidad, sin presiones ni sensacionalismos mediáticos.

Que esta dolorosa experiencia nos sirva para reflexionar: cuando acudamos a un evento, pensemos en cuándo, dónde y cómo todos debemos comportarnos sobre con prudencia.

La seguridad no es un asunto opcional, es un compromiso que todos debemos aceptar.

Recomendaciones para una viejo protección en eventos masivos y no masivos:

– Precauciones y seguridad en eventos masivos. Planificación y coordinación con las autoridades locales, bomberos, policía y servicios de emergencia. La unión de esfuerzos salva vidas.

– Control de paso: establecer puntos de ingreso y salida controlados para evitar aglomeraciones y proporcionar evacuaciones en caso de emergencia.

– Capacitación del personal: entrenar a los encargados de seguridad y voluntarios en primeros auxilios y manejo de multitudes.

– Señalización clara y visible: instrucciones precisas y rutas de deyección accesibles para todos.

– Revisión de infraestructura: corroborar que la estructura del circuito, escenarios y sistemas eléctricos estén en óptimas condiciones.

– Control de superficie: respetar la capacidad del circunstancia para evitar riesgos innecesarios.

– Prevención de violencia: implementar sistemas de detección de objetos peligrosos, control de bebida y sustancias ilícitas.

– Respuesta rápida: contar con un plan de emergencias y un equipo preparado para ejecutar con prontitud frente a cualquier incidente.

Precauciones y seguridad en eventos no masivos

– Evaluación del espacio: detectar riesgos potenciales en el entorno.

– Protocolos sanitarios: ayudar medidas de higiene, especialmente en contextos de lozanía pública.

– Seguridad básica: disponer de personal capacitado en primeros auxilios y vigilancia.

– Comunicación efectiva: informar con claridad a los asistentes sobre reglas, horarios y procedimientos en emergencias.

– Control de paso: evitar la sobreafluencia y mandar entradas y horizontes eficientemente.

Medidas específicas: en actividades con fuego, productos químicos o fundamentos peligrosos, acrecentar la protección y precaución.

– Plan de contingencia: tener preparados diferentes escenarios y respuestas inmediatas.

– La seguridad en eventos es una responsabilidad que compartimos todos. La prevención, la planificación y la conciencia son nuestras mejores armas para evitar tragedias y proteger la vida de quienes confían en nosotros.

No permitamos que la indiferencia o la negligencia sean el precio que paguemos por la diversión o la civilización. La protección debe ser una prioridad, siempre.