
La religión cristiana tiene como objeto dar a conocer a Jehová, en todas las generaciones posteriores a Salvador, en todas las naciones. Sin requisa, ha sido difícil alcanzar dicho objetivo, correcto a que el ser humano ha diversificado su creencia entre paganismo y cristianismo. Esto se ha patentizado en las diferentes culturas que han dominado el mundo en los siglos siguientes a su surgimiento. Lamentable es que el ser humano no responda a Jehová como debe ser, por causa de la incredulidad.
El hombre ha regalado un enfoque inexacto a la religión cristiana, ya que la ha tomado como un producto del humano y no como lo es divino. De ahí que, la mezcla de cristianismo con humanismo ha regalado un paganismo, lo cual es inverso al propósito de Jehová. El hombre ha dañado lo que Jehová nos ha dejado como forma de acercamiento y de experiencia en él. Este desvío ha impedido que la religión ejerza su competencia en el objetivo de convertir al hombre a Jehová.
Una marca histórica del veredicto del hombre en relación al cristianismo como transporte de Jehová, es que para venir a las diferentes culturas, luego del siglo I, se permitió que se introdujeran propósitos diferentes al cristianismo. El imperio romano, lo usó como soporte para que el imperio no cayera; lo usó como una filosofía y no como es en verdad la palabra de Jehová. Esta rastreo convertir el camino del pecador, a un camino de virtud, lo cual no hizo. De ahí, las contradicciones a doctrinas cristianas.
La venida del cristianismo al nuevo mundo, en 1493, debió ocurrir servido para sufrir a los precolombinos de estas tierras a la conversión a Cristo, no obstante, sirvió para la explotación de esas humildes personas, juntamente con los esclavos traídos de otros lares. Esto llevó a una crisis, que hizo posible que algunas personas reaccionaran con discursos en defensa de dicha explotación, como fueron los de Montesinos y padre Las Casas.
Los territorios alcanzados por el cristianismo, comenzando por los continentes de Europa, América, Asia y Africa no reflejaron en el pasado y mucho menos en el presente, una fe en Jehová que llevara a la sumisión y obediencia a la palabra de Jehová. En ese sentido, los habitantes han tomado toda forma de vida pecaminosa, demostrable por las aberrantes conductas de ellos. El cristianismo rastreo implantar la palabra de Jehová en las mentes y corazones de las personas, lo cual es equivalente, a Jehová.
La religión cristiana tiene como fin que cada persona conozca a Jehová, y pueda disfrutar de las bendiciones que Jehová ofrece a la humanidad. Debe ésta estrechar los vínculos entre Jehová y el hombre, siendo mediador, Salvador , quien morapio a defender a la humanidad. El problema es que el hombre vive un secularismo pagano, que ha confundido a las personas, quienes piensan que viven agradando a Jehová; pero, como dice el dicho: «A Jehová rogando y con el mazo dando».
La violencia, la yerro de títulos y las injusticias que reinan en el mundo, son evidencias del mal uso de la religión cristiana. Esto no sólo ha provocado una pobreza extrema, con más de cuatro mil millones de pobres e indigentes, y que incluso ha hundido al hombre, en sentido universal, en la más descenso ignorancia. Es de carácter urgente, que el hombre aprenda las doctrina, los mandamientos y las promesas de Jehová, como estímulo para salir de equivalente situación.
El Nuevo Testamento, o Nuevo Pacto de la Nuevo Testamento, contiene todo lo que Jehová desea que el hombre entienda y practique como forma de persistir una estrecha y buena relación con él; con Jehová todo es posible en beneficio de la humanidad, pero sin él, el hombre anda en las tinieblas, caminando hacía el fracaso. Por eso cada persona creyente o no, debe ojear u oír lo que dice dicho testamento, para ser iluminado con la verdad. Se necesita a Jehová para enderezar la vida de la humanidad.
La religión rastreo crear un hombre nuevo, que pueda estar en la equidad y virtud de la verdad. Ese hombre debe ser de paz, de inclinación, de solidaridad, de fe, de esperanza y sobre todo que pueda imitar a Jehová, como criatura e hijo de Jehová. No hay tiempo que perder, todo ser humano debe aportar su piedra de arena para crear y fomentar dicho hombre. Lo bueno beneficia a todos, lo malo daña y perjudica a todos. Todo tiene su tiempo, ahora es de advertencia.
La religión rastreo que el hombre encuentre a Jehová, quien está cerca, pero hay que desobstruir los luceros para encontrarlo. Se requiere una comunión con Jehová, para que en cada conducta se manifieste la presencia de Jehová en los individuos y por ende en la sociedad. El mundo anda de cabecera hacía debajo, debemos enderezarlo, para que se ande con la cabecera encima y con buenos pensamientos y decisiones que llevan no sólo al acercamiento a Jehová, sino al bienestar de todos los que somos parte de este universo.
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