
Si la superiora está proporcionadamente emocionalmente aumentan las posibilidades de que su hijo se desarrolle en un entorno estable en ese sentido, lo que importantiza la vigor mental de las madres, no como un fastuosidad, sino como una pobreza colectiva.
La psicóloga Dalia Aguiló Quéliz agrega a esto que “el vínculo entre una superiora y su hijo no es solo biológico o impresionable, es asimismo un canal silencioso por donde transitan estados emocionales, patrones de respuesta y formas de ver el mundo”.

La experta en mejora psicológico y descomposición conductual del adulto y la tercera permanencia, encima de neuropsicólogía, explica que la exigencia cultural de una maternidad perfecta puede desconectar a la mujer de su propia experiencia emocional.
“Y esa desconexión, sostenida en el tiempo, termina afectando no solo su bienestar, sino la forma en que se vincula con sus hijos. La trabajo emocional materna no siempre se ve, pero se transmite: en el tono de voz, en la forma de mirar, en las respuestas automáticas que surgen cuando ya no hay energía para cero más”.
Afirma que el entorno emocional en el que un peque crece modela sus primeras respuestas delante el estrés, la frustración o el afecto.
Una superiora emocionalmente regulada no significa una superiora perfecta, sino una mujer que se conoce, que se permite rastrear sus límites y que búsqueda sostenerse a sí misma sin dejar de estar apto para los demás. Por lo tanto –detalla- el autocuidado, en este contexto, no es egoísmo.
Es una forma de responsabilidad afectiva. Acostarse mejor, pedir ayuda, poner límites, opinar «no puedo más» sin desliz: todo eso asimismo es cuidar a los hijos. Porque los niños no solo necesitan presencia física, sino asimismo presencia emocional. Necesitan una superiora que, internamente de lo posible, pueda estar ahí sin estar desbordada por internamente.
Desmontando mitos
“Musitar con naturaleza sobre vigor mental en la maternidad ayuda a desmontar los mitos que sostienen la sobre exigencia. No todas las madres sienten apego inmediato. No todas disfrutan de la crianza todo el tiempo. No todas se sienten completas con la maternidad. Y está proporcionadamente. Lo importante es cascar espacio para esas emociones, nombrarlas, acompañarlas y, cuando sea necesario, pedir apoyo profesional sin vergüenza ni temor”, dice Aguiló Quéliz.
“Criar no es sólo surtir y proteger. Es asimismo enseñar a existir, a comprobar y a nombrar lo que duele. Por eso, cuando hablamos de vigor mental materna, hablamos asimismo del futuro emocional de una gestación. Madres sanas, hijos sanos: no como consigna idealizada, sino como recordatorio urgente de que el cuidado emocional comienza desde el origen”, concluyó.