
Durante décadas, el plato peculiar dominicano ha sido correspondiente de sazón, profusión y tradición, el sancocho, la bandera (arroz, habichuela y carne), los tostones y el mangú no solo han llenado mesas, sino que incluso han definido la identidad gastronómica del país.
Sin bloqueo, en los últimos abriles, la dieta del dominicano ha empezado a estudiar un cambio extraordinario, impulsado por una mezcla de factores, como el ritmo acelerado de vida urbana, el auge de la comida rápida callejera y más recientemente, una creciente conciencia sobre la vitalidad y la alimento.
Tradición que no muere
“La comida dominicana es sabor, tribu y civilización, para mí, no hay ausencia que se compare con un buen sancocho un domingo”, dijo doña Ana (nombre ficticio).
“Aunque mis hijos comen más fuera ahora, cuando hay una comida de verdad, siempre quieren lo que se cocina aquí en la casa, siempre vienen a comerse su arrocito con habichuela”, aseguró.
El mismo sentimiento se repite en muchos hogares dominicanos, especialmente en el interior del país, donde los platos tradicionales todavía dominan el menú diario, la dinámica ha cambiado más en las grandes ciudades.

Éxito de la comida rápida criolla
En la gran ciudad los hábitos alimenticios se han transformado con el auge de la comida rápida, pero no solo la de cadenas extranjeras como McDonald’s O KFC, sino incluso está la interpretación criolla, profundamente arraigada en la civilización popular, como las frituras, las yaroas, los hot dogs o las empanadas, disponibles en cada cumbre.
Las yaroas son una mezcla calórica de papas fritas o plátano sazonado, carne molida o pollo, pinrel, mayonesa y kétchup y se ha convertido en símbolo del “fast food” dominicano, yuxtapuesto a los tradicionales chimis, hot dogs y frituras de longaniza, salchichón y vísceras.
Aunque estas opciones alimentan a miles, incluso han sido señaladas por especialistas de la vitalidad como un cifra de aventura delante el aumento de enfermedades como la hipertensión, obesidad y diabetes tipo 2.

El despertar de la conciencia saludable
Frente a estos hábitos, comenzó a emerger una nueva tendencia, especialmente en sectores jóvenes y clases medias urbanas y es una provisiones más consciente y saludable.
La proliferación de tiendas orgánicas, restaurantes veganos y menús “fit” en aplicaciones de delivery lo confirma.
Por su flanco, el veganismo y el vegetarianismo, aunque aún minoritarios, van ganando demarcación, en sectores como Naco, Piantini, Gazcue y plazas ya es global encontrar restaurantes especializados, ferias de comida saludable y cuentas en redes sociales que promueven recetas sin carne, sin gluten y sin azúcares añadidos.

Hoy, la mesa del dominicano refleja esa mezcla, un desayuno de empanadas con fondo fabricado, un piscolabis de arroz con pollo y habichuelas, una cena improvisada con hot dog de la calle… o quizás una ensalada con tofu, dependiendo del estilo de vida y los posibles de cada persona.
La tradición en República Dominicana sigue viva, pero convive con una ofrecimiento rebosante de opciones rápidas y una conciencia en crecimiento sobre los impactos de la comida en la vitalidad física y emocional.

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