Juan Soto

LOS ANGELES – El Juan Soto que los Mets de Nueva York esperaban cuando le ofrecieron el arreglo más productivo de la historia del deporte, por fin se mostró en su máxima expresión en el Dodger Stadium, acaparando toda la atención sin siquiera poner la pelota en charnela.

En dos ocasiones, en su segunda y tercera aparición al bate, Soto se enzarzó en dramáticas batallas de siete lanzamientos con el derecho de los Dodgers Tony Gonolin. Y ganó dos veces con emocionantes bases por bolas, acaparando la atención tanto entre lanzamientos como durante la actividad.

Sonrió mientras esperaba los envíos de Gonsolin, posteriormente de cobrar lanzamientos y posteriormente de batear una ringlera de foul por la ringlera del parque derecho. Asintió con la individuo y la sacudió. Retrocedió y con paso firme. Se pavoneó con las caderas e hizo el Soto Shuffle. Al final, tras comprobar un swing para conseguir su segunda almohadilla por bolas y arriesgarse Gonsolin exhalar a la primera almohadilla, él y Gonsolin estaban discutiendo acaloradamente.

Estaba relajado. Estaba confiado. Por fin era Juan Soto, el showman.

«Es Juan Soto siendo Juan Soto», dijo el mánager de los Mets, Carlos Mendoza.

Juan Soto estuvo lejano durante sus dos primeros meses con los Mets, ya que no logró rendir al nivel que se esperaba de él. Varias métricas subyacentes -promedio de bautizo esperado, porcentaje de slugging esperado, porcentaje de golpes fuertes, índice de persecución, entre otras-, sugirió que fue víctima de la mala suerte, pero los resultados son los resultados. Y los resultados -un promedio de bautizo de .224 y un OPS de .745 hasta el 28 de mayo- fueron decepcionantes para una superestrella en su temporada de 26 primaveras.

«Soto ha sido Soto para nosotros», dijo el coentrenador de bautizo de los Mets, Jeremy Barnes. «Simplemente no ha tenido la suerte necesaria con las pelotas bateadas. Y él es consciente de ello».

Más allá de los resultados, el comportamiento de Soto durante los dos primeros meses de la temporada fue notablemente, diferente al habitual. Ha sido criticado en más de una ocasión por su desidia de intensidad, y rara vez ha mostrado su característico estilo en la caja de bautizo. Sus interacciones con sus compañeros han sido analizadas y diseccionadas. Su idioma corporal ha sido objeto de un minucioso investigación. Ha escuchado abucheos. El ruido ha sido constante.

Antaño del partido del miércoles, que ganaron los Mets por 6-1, Soto, que juega en su cuarto equipo en cuatro temporadas, admitió que adaptarse a su nueva estructura y al peso de un arreglo de $765 millones ha sido un provocación.

«Todavía necesito un poco más de tiempo, pero poco a poco va mejorando», declaró Soto a ESPN en gachupin, cuando le preguntaron si se sentía al 100 % en medio de todos los cambios y la presión adicional. «Me siento más cómodo».

Entre bastidores, Soto dijo que se ha apoyado en Mendoza mientras se adapta a su nuevo entorno. Los dos «hablamos mucho», dijo Soto, con un nivel de transparencia que calificó de importante.

Mendoza dijo que sus conversaciones casi nunca tratan sobre lo que ocurre en el campo. Los temas van desde la tribu hasta sus países de origen (Soto es de República Dominicana y Mendoza es de Venezuela) y sus experiencias previas en el deporte.

Hablan periódicamente, una vez a la semana o cada dos semanas, cuando Mendoza siente que es el momento adecuado. Es un enfoque que Mendoza dice que adopta con todos a sus jugadores, especialmente a los nuevos en la estructura. El esfuerzo ha calado en Soto.

«Tenemos buenas conversaciones que, al final del día, me ayudan a sentirme mejor aclimatado al equipo», dijo Soto.

El viernes pasado, antiguamente de que Nueva York iniciara una serie de tres partidos contra el históricamente pésimo Montañas Rocosas de Coloradoel presidente de operaciones de béisbol de los Mets, David Stearns, enfatizó que el trabajo de Soto detrás de ámbito no era un problema. Dijo que no veía ningún problema que Soto necesitara solucionar. Pero reconoció que Soto está «intentando hacer demasiado en este momento».

«Sin duda quiere resultados a un nivel más suspensión que los que hemos gastado hasta ahora», dijo Stearns. «Estoy asaz seguro de que los conseguiremos. Pero además entiendo que es natural cuando un ludópata firma un arreglo importante, y este era un muy sobresaliente: «Si los resultados no son inmediatos, habrá preguntas y habrá reacciones. Lo entiendo perfectamente. Y creo que Juan además».

Soto se fue de 4-2 con un doble y una almohadilla robada en la triunfo de esa perplejidad, que dio inicio a una semana de resultados alentadores. La muestra es minúscula, pero Soto ha registrado seis hits, ocho bases por bolas y solo dos ponches, lo que suma un porcentaje de embasado de .484 en sus últimos siete partidos contra Rockies y Dodgers.

Antaño del miércoles, cuando se fue de 1-0 con tres bases por bolas y una carrera impulsada, había conectado tres jonrones en cuatro partidos y registrado extrabases en cinco encuentros consecutivos gracias a una anciano brío sobre lanzamientos en la zona de strike (en mayo solo bateó el 53 % de los lanzamientos en la zona), sin dejar de chocar la pelota con fuerza.

Soto ha registrado rachas similares esta temporada, mostrando destellos del talento que llevó a los equipos a pujar cantidades astronómicas por sus servicios. Pero se retraso que mantenga un rendimiento de élite.

No consiguió ningún hit y recibió dos bases por bolas en el extremo partido de la serie del jueves en Los Ángeles, que los Mets perdieron por 6-5, y sigue bateando solo .229 con un OPS de .797, 11 jonrones y 50 bases por bolas, líder de la agrupación, en 62 partidos esta temporada. Las cifras palidecen en comparación con el promedio de bautizo de .285 y el OPS de .953 que registró en sus primeras siete temporadas.

«Es un poco difícil porque es frustrante no ver los resultados de lo que estás haciendo», dijo Soto. «Es incómodo. Intentas ayudar al equipo tanto como puedes. Pero tengo una buena rutina. Confío en ella y sé que la he seguido durante todos estos primaveras, todos estos días, así que tengo mucha confianza en ella para conseguir los resultados que quiero».

El abridor de los Mets Holmes de arcilla fue refrendador de cómo Soto consiguió los resultados que quería la temporada pasada como compañero de equipo con los Yankees de Nueva York. Soto bateó 41 jonrones, récord en su carrera, con un OPS de .989 en su año de consagración, quedando tercero en la votación al MVP de la Ajonje Chaqueta y colaborando con Árbitro de Aaron para crear el dúo más peligroso de las Grandes Ligas, mientras los Yankees avanzaban con destino a la Serie Mundial.

«Sigo sintiendo que estoy viendo al mismo tipo», dijo Holmes. «No siento que haya nulo extraño. Para mí es el mismo tipo».

El miércoles, Scott Boras, el hombre que negoció el arreglo récord de Soto, calificó el regreso de Soto al Yankee Stadium a mediados de mayo como…cuando recibió abucheos implacables y cánticos vulgares durante una serie de tres partidos.– un «obstáculo» en su proceso de aclimatación. «Era la primera vez que veía a muchos de sus antiguos compañeros y juntos habían acabado mucho».

«Es psicológico», dijo Boras sobre la transición. «Es diferente. Te tratan de forma diferente por tu situación contractual. Todo el mundo lo sabe y, en cierto modo, quieres que sea como era, no como es. Y «hay que instruirse la parte del «es», y es una parte nueva del proceso».

Unas horas más tarde, Boras vio resurgir al Juan Soto de siempre desde su asiento en primera fila detrás del home plate del Dodger Stadium. Los Mets esperan que sea solo el manifestación.

«Poco a poco, dijo Soto.

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