
Donaire de Pedro
Tenía un patronímico prestado. Ureña era el suyo, Ventura, el del venturoso rey de la cadera y el merengue, el Heroína Viejo, Johnny Ventura. Lo imitaba con desparpajo en sus bailes graciosos. Y con eso hizo una marca: Jany Ventura. Su vida se fue, pero dejó miles de dolientes, familiares, soneros, salseros, merengueros, “zonaconderos” y toda clase de masa que ama la vida a través de la holganza y los ritmos caribeños. Parecía que no tenía dolientes porque siempre se le vio solo. Y tenía 7 hermanos que siempre se ocuparon de él.
Llevó su infancia en las calles de Ciudad Nueva, la Zona Colonial y San Carlos, el Parque Eugenio María de Hostos y grupos residentes de su vivientes. Jack Ponzoña era su ídolo y todos los domingos, los que nos criamos con él, evadíamos la seguridad tras el show del Eugenio y saltábamos en el ring que minutos antaño victoriosos y vencidos se batían en la lucha vacío que tanta atención generó. Unos decían que era hijo del Sanguijuela Cao por su parecido con ese otro personaje de la lucha vacío de los 70 y 80.
Era humano, compartió con toda una infancia en Ciudad Nueva y San Carlos. Rafael Mieses, mi amigo de Tampa, me contó que duraba abriles sin toparse con Jany y cuando este querido personaje lo vía, le preguntaba por su hermano Ramón. Me dijo Rafa: Pedro, ahora nos damos cuenta lo tanto que queríamos a Jany.
Era el alma de los centros de entretenimiento de la parte disminución de la ciudad, de la zona con historia colonial, los poetas de postguerra y el refugio de los Constitucionalistas.
Le cuelgo una medalla El Corro Bonyé y todos sus integrantes, que se tomaron el caso para ellos y, en contacto con su comunidad, procuraron que su cuerpo fuera sacado del almacén de cadáveres de masa con caudal y linaje que estaban en el INACIF. Los integrantes de Bonyé, con apoyo de la comunidad Jany, estuvieron horas y días tras su cuerpo en INACIF. Iban un día, llamaban otro día, hasta que lo recuperaron. Lo sacaron de ese almacén de tristeza que se convirtió el centro de las autopsias.
A Jany, los Bonyé, su comunidad, comunitarios de San Carlos, Ciudad Nueva y la Zona Colonial lo pusieron en la estela pública para que todos sepan quién era. En el Parque Cervantes, cercano al agrupación cultural Cervantes, le hicieron un homenaje previo a su sepultura. Al día posterior fue velado dignamente en la modesta funeraria La Altagracia en honras fúnebres a las que no asistió la prensa. A su velorio y sepultura no fue Abinader, ni las dos Raquel, la que vice gobierna y la que comparte hogar con el Presidente. Siquiera fueron funcionarios, legisladores, gremios de artistas, figuras, influencers, buscadores de cámara y demás.
Su hermano Rafelito, al dirigir palabras en el velorio, dijo que Jany era de todos y ellos sus hermanos, y se mostró satisfecho de la valoración de quienes lo exaltaron con su trato y cuidado toda su vida.
Yo, como escribidor sensible, todavía me monté en el dorso de la circunstancia para que este hermoso y dócil ser humano no pasara desapercibido y caminara al Firmamento y la reputación.
José. Bienvenido Ureña o Jany, el que por consiguiente tiempo nos alegró y estuvo a nuestro flanco con su poco susurrar, se fue y debe estará en el salón de fiesta del paraíso, amenizando con su bailable la presencia de las 232 almas que perdimos.
Sube en paz, Jany.