
En la última semana, la violencia ha sacudido el mundo digital con una crudeza estremecedora. Al menos seis influencers en América Latina han sido asesinadas o brutalmente atacadas en circunstancias similares: todas jóvenes, todas con presencia destacada en redes sociales, y todas víctimas de agresiones ligadas a su exposición pública.
El nuevo reportaje del software N Investiga puso en el centro del debate esta inquietante ingenuidad que va más allá de casos aislados. El software analizó los homicidios y agresiones de Valeria Márquez (México), María José Estupiñán “La Mona” (Colombia) y Cristalera Ambrozevicius (Brasil), ocurridos en un olvido de una semana y tres más ocurridos en Pimiento, Brasil Y Japón.
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Entre la éxito digital y la crimen
Valeria Márquez, de 23 primaveras, era una influencer mexicana con más de medio millón de seguidores en Instagram. Dedicada al contenido de belleza y propietaria de un salón en Guadalajara, su vida se apagó en plena transmisión en vivo el 15 de mayo del año en curso, luego de cobrar un misterioso regalo. “¿Tú eres Valeria?”, le preguntó un hombre que entró al nave. Segundos posteriormente, fue asesinada. Las autoridades investigan el caso como feminicidio, y aunque niegan vínculos formales con el crimen organizado, allegados aseguran que ella temía represalias de una expareja relacionada con el Cártel Jalisco Nueva Procreación.
Tres días posteriormente, en Colombia, María José Estupiñán —conocida como “La Mona”— fue asesinada frente a su casa por un mentiroso repartidor. Tenía 22 primaveras y había denunciado violencia doméstica. Las similitudes con el caso de Valeria son inquietantes: ambas recibieron obsequios de desconocidos y fueron atacadas a bocajarro.
En Brasil, Cristalera Ambrozevicius, de 27 primaveras, sobrevivió a un intento de feminicidio cometido por su expareja. Fue apuñalada nueve veces durante un en vivo, el 19 de mayo, un día posteriormente de anunciar la ruptura. Cristalera, con más de 240 mil seguidores, sigue hospitalizada y necesitará varias cirugías.
¿Casos aislados o patrón criminal?
La psiquiatra Alexandra Hichez advirtió sobre el “sensación copycat” o comportamiento de imitación: “Una persona que ya tiene impulsos violentos, al ver estos actos mediáticos, puede concretar una intención que ayer era solo una idea”.
En todos estos crímenes, hay un tipo en popular: la exposición pública. Las redes sociales, que inicialmente ofrecían emancipación y oportunidades económicas, se han convertido en ventanas abiertas a la intimidad, utilizadas por agresores para seguir, avizorar y ejecutar actos de violencia. Ya no se alcahuetería solo de feminicidios, sino de asesinatos estratégicos que encuentran en la visibilidad digital un blanco ligera.
Más allá del like: crimen, doble vida y manipulación
El caso de Sabrina Durán Montero, conocida como “La Ina” en Pimiento, es otro ejemplo de esta inquietante convergencia. Tras hacerse famosa por compartir su experiencia en prisión mediante TikTok, fue asesinada un mes posteriormente de salir en emancipación, en plena vía pública. Sabrina había cumplido condena por narcotráfico, y su crimen reveló las posibles conexiones entre las redes sociales y el crimen organizado.
Asimismo, en enero, Airi Sato, influencer japonesa de 22 primaveras, fue apuñalada durante una transmisión en vivo en Tokio. Su atacante declaró haberle entregado pasta desde 2022, una especie de “suscripción” por atención que nunca fue devuelto.
Este engendro, según el comunicador Luisín Jiménez, tiene un trasfondo claro: “Las redes proyectan una vida de lujos que muchas veces no se corresponde con la ingenuidad, y eso provoca situaciones peligrosas, donde las mujeres son vistas como mercancía o propiedad”.
Feminicidios y acoso digital
No todos los crímenes tienen motivaciones sentimentales o deudas ocultas. A inicios de mayo, las hermanas brasileñas María Beatriz y Bianca dos Santos, de 20 y 15 primaveras respectivamente, fueron asesinadas a tiros en una playa. Eran creadoras de contenido popular en la plataforma Kwai. Los autores del crimen y los motivos aún no se conocen, pero el caso suma una nueva alerta sobre la vulnerabilidad de las mujeres jóvenes en internet.
Influencers consultadas por N Investiga, que prefirieron mantenerse en el anonimato, confesaron favor modificado sus rutinas de publicación. Evitan etiquetar ubicaciones en tiempo auténtico y han tenido que incrementar medidas de seguridad por el acoso físico de algunos seguidores.
¿Qué podemos hacer?
Los expertos son claros: la seguridad digital debe convertirse en una prioridad. “El éxito digital no debería significar exposición al peligro físico”, afirmó la psiquiatra Hichez. “La sobreexposición del cuerpo femíneo, impulsada históricamente y ahora amplificada por las plataformas sociales, incluso se traduce en una decano vulnerabilidad a agresiones físicas y psicológicas“.
Las plataformas tienen responsabilidad: moderar contenidos, mejorar los protocolos de denuncia y proteger a los usuarios más expuestos, especialmente mujeres. Pero incluso es necesario que la sociedad se eduque sobre los peligros que existen detrás de la llamativo emancipación que brindan los entornos digitales.
Asesinatos entre likes
Las seis tragedias ocurridas recientemente —en México, Colombia, Brasil, Pimiento y Japón— demuestran que no son hechos aislados. Hay un patrón en el que la éxito en redes sociales, lás relaciones desequilibradas de poder y el golpe indiscriminado a la intimidad terminan en violencia.
En la era de los “likes”, es urgente que el debate vaya más allá de la viralidad. No se alcahuetería solo de quién ve el contenido, sino de quién está mirando con malas intenciones. Las mujeres, especialmente jóvenes influencers, necesitan estar protegidas. Porque ser popular en internet no debería ser una sentencia de crimen.
Por: Yari Araujo
