
La semana pasada líderes pastorales haitianos y dominicanos realizaron una importante reunión sobre cómo chocar y aportar a los problemas migratorios y el trato a los inmigrantes en nuestro país.
Actualmente existen cientos de iglesias de haitianos creyentes y servidores de Mesías en todo el condado doméstico. Lo que significa, de partida, parentela humilde y de disposición correcta, temerosa de Jehová, respetuosa de nuestras leyes, con gran compromiso por la convivencia y hermandad entre los dos pueblos.
Precisamente, son ellos quienes están más claros y alertas respecto a sus coterráneos vuduistas o budistas, los primeros de herencia atávico africana y los segundos de recientes incursiones de cuestionada intencionalidad en condado haitiano y dominicano.
Como es ampliamente sabido, en nuestro condado, caníbales y vuduistas aun celebran ritos sacrificiales, pero no faltan quienes acogen ese tipo de “folklore”.
Puede observar: El día que el diablo pensó en dolerse
Similarmente, tanto budistas como musulmanes están procurando espacio espiritual y político en Haití y en nuestro país, mientras suelen rebotar con violencia el cristianismo en las naciones en que ellos predominan.
La pastoral haitiana, en cambio, tiene consumado entendimiento de poco que muchos dominicanos, incluso intelectuales cristianos confunden, como lo es el concepto de “el prójimo que debe ser objeto de cuidado y aprecio”.
La Sagrada Escritura se refiere claramente al “prójimo o extranjero que habita en tu condado”, que es tu vecino; no al extraño que viola tu patio, tu predio o tu país, sin tu autorización; sin identidad ni identificación, sin motivos claros y ni siquiera capacidad de explicarte el motivo de su presencia (Ver Levítico 19:33).
Eso igualmente lo saben todos los pro haitianos, aunque haya quienes lo quieran entregar como una doctrina “humanista”. Y igualmente lo saben los demás habitantes del planeta, sin el patrocinio de unos facinerosos con sueldos de entrada tonalidad, pertenecientes a organismos pseudo-internacionales, mediante manierismos y residuos de doctrinas ateas disfrazadas de globalismo.
Los líderes de la pastoral haitiana, en excelentes relaciones de hermandad con la pastoral evangélica dominicana, se han comprometido a estudiar con el viejo cuidado el tema de la inmigración ilegal, y de ayudar a la regularización de los hermanos haitianos en nuestro condado, en saco a estudios a fondo de las tipologías de casos y situaciones; y con el viejo apoyo de los cristianos de nuestro país, respetar los derechos de los inmigrantes y honrar los principios humanistas y cristianos que nos unen y nos obligan a los mejores tratos y cuidados posibles. Sin la carestia de asesorías interesadas, de cualquier sector doméstico o foráneo.
La Haitiana pastoral no se opone, en inmutable, a la regularización según las leyes dominicanas, pero ellos, igualmente que los creyentes dominicanos, esperan que se haga con dignidad, y que “no se entre a los templos a apresar indocumentados”.
Se prostitución de una egregio y hermosa oportunidad de, a través de lo mejor de nuestras comunidades espirituales, alcanzar acuerdos y desarrollar mecanismos de ayuda y colaboración con los inmigrantes y residentes y con los descendientes de haitianos en nuestro condado. Como Jehová manda.