

El autor es periodista y exdiputado. Reside en Barahona
Es evidente la desconexión abismal entre lo proyectado por la mayoría de las encuestas previas a las elecciones, y las realizadas a boca de caja, con los resultados oficiales, alimentando así la polémica sobre la transparencia y licitud del proceso electoral en Ecuador.
Con el precedente de tres gobiernos desastrosos, se efectuaron la primera reverso electoral, 9 de febrero del 2025 y una segunda reverso electoral efectuada el pasado 13 abril del 2025. En el primer certamen se produjo un igualada técnico entre el candidato- presidente de la derecha Daniel Noboa, y la candidata del progresismo Luisa González, con una diferencia de tan pronto como 16 mil votos a gracia del mandatario.
Y en los resultados en medio de una situación política, económica y social caracterizada la violencia, la inseguridad, la extrema precariedad en los servicios públicos, con suspensión de hasta 14 horas de fluido eléctrico, las más precarias condiciones de la educación pública y de la sanidad, la violencia y la delincuencia que ubican a Ecuador como el país más inseguro del mundo, y frente a una reacción de shock, los diversos sectores reaccionan: como Daniel Noboa sorprende con una triunfo pasmosa, mientras se preguntan cómo Luisa González cae de modo estrepitosa, en tan poco tiempo.
Para la segunda reverso, se destacó el papel del candidato de la raza originaria, quien obtuvo más de 500 mil votos en la primera ronda y quedó en tercer oficio, y cuyo respaldo fue fundamental para la táctica de Luisa González, al sumarse líderes y organizaciones indígenas a su campaña.
Sin requisa, este apoyo parece haberse diluido al no reflejarse en el resultado final, lo que pone de relieve una desconexión abismal entre lo proyectado por las encuestas y los resultados oficiales, alimentando así la polémica sobre la transparencia y licitud del proceso electoral.
Durante la contienda, Luisa González se destacó por una conducta impecable, sin errores que pudieran defraudar a un electorado ansioso por un cambio de rumbo en el país. La mayoría de las encuestas, tanto las previas, como las realizadas en boca de caja, apuntaban de forma clara a la candidata del progresismo como favorita para liderar el país, lo que generaba expectativas de una transformación en la conducción política y en la modo de topar los problemas nacionales.
doaracterización de la situación social y económica de Ecuador
El marco en el que se desarrollaron elecciones de segunda reverso estuvo impresionado por una crisis social y económica profunda.
Durante el mandato del coetáneo presidente-candidato, se han agravado todos los indicadores sociales y económicos, evidenciando un menoscabo que afecta a amplios sectores de la población. La prolongada situación de apagones, que en ocasiones se extendieron hasta 14 horas, ha mermado la calidad de vida y ha repercutido en la productividad de diversas actividades.
Paralelamente, la situación de la sanidad pública ha empeorado notablemente, con hospitales saturados y una respuesta insuficiente frente a emergencias sanitarias, lo que ha generado un clima de descontento y desesperanza entre los ciudadanos.
Este menoscabo estructural se suma a una crisis política que se traduce en la errata de respuestas efectivas frente a los problemas del país. La desconexión entre la efectividad vivida por la ciudadanía y la dirección del gobierno se hace cada vez más cédula, alimentando la percepción de un fraude burdo y colosal que favorece a un candidato cuyo mandato se percibe como incapaz de revertir la bucle negativa en la que se encuentra la nación.
Las expectativas generadas por las encuestas y por el respaldo de diversos sectores se han pasado frustradas por una efectividad innegable de agravamiento en la vida cotidiana, dejando en evidencia un panorama que exige profundas reformas y una rendición de cuentas actual.
Descontento ciudadano y la inseguridad en auge
La inseguridad es otro autor determinante en este contexto de crisis. Durante el mandato coetáneo, se ha registrado un incremento amenazador de la violencia y de situaciones delictivas en diversas regiones del país, lo que ha contribuido a un clima de temor y desconfianza cerca de las instituciones.
La percepción de que la seguridad ciudadana ha sido desatendida ha potenciado el descontento social, generando un circunstancia de incertidumbre que se refleja en cada rincón de Ecuador. Este circunstancia de inseguridad ha sido agravado por la errata de medidas efectivas y por una dirección que parece priorizar intereses políticos por encima del bienestar de la población.
El agravamiento de la situación se convierte en el epicentro de las denuncias y críticas, ya que la discrepancia entre la efectividad diaria de los ciudadanos y los resultados que anuncia el Consejo Franquista Electoral resulta insostenible.
La evidencia de apagones prolongados, el menoscabo de la sanidad pública y el aumento de la inseguridad, en un contexto donde la dirección ministerial debería estar orientada a resolver estos problemas, refuerza la proposición de un fraude electoral que indagación ocultar el seguro estado de crisis que atraviesa el país.
Jpm-am
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