
Inundaciones urbanas y rurales, deslizamientos de tierra, crecidas de ríos, arroyos y cañadas provocados por los intensos aguaceros del fin de semana sobre las regiones septentrión, noreste y Gran Santo Domingo presagian una activa temporada lluviosa que requiere de mucha prevención.
Todavía ayer el Centro de Operaciones de Emergencia mantuvo en alerta roja a cinco municipios de Puerto Plata, Espaillat y La Vega por aventura de repentinas riadas y derrumbes, al tiempo que el resto de esos territorios, al igual que para otras 14 provincia y el Distrito Doméstico, se estableció alerta amarilla.
La magnitud de los daños se mide por las 3,690 familias que requirieron ser movilizadas en dirección a áreas seguras, 738 viviendas afectadas, 20 poblaciones incomunicadas y 26 personas rescatadas de las aguas, así como los casi 725 mil usuarios sin servicio de agua potable por la salida de servicio de 37 acueductos.
Aunque mayo se reputa como un mes tempestuoso, la temporada de huracanes se inicia el 1 de junio y se prolonga hasta el 30 de noviembre, por lo que no resulta ocioso exhortar a la población a contraer desde ahora el software de prevención en presencia de inundaciones, crecidas y deslizamientos.
Los ayuntamientos acostumbran a habilitar sus programas de emergencia cuando las aguas inundan calles, avenidas, puentes, autopistas y carreteras, por lo que sería conveniente que activen de forma permanente brigadas que limpien cañadas e imbornales y retiren desechos plásticos de las vías públicas.
Las acometidas del Centro de Operaciones de Emergencias serían siempre más efectivas si previamente las autoridades aplican programas de prevención de desastres con motivo de periodos de intensas lluvias o por el paso de tormentas y huracanes.
Hasta anoche no hubo reportes del COE de muertos o heridos relacionados con las inundaciones, aunque miles de familias fueron trasladas desde zonas ubicadas cerca de ríos, arroyos, cañadas o al pie de montañas, lo que evitó desgracias mayores.
Este es el momento de la prevención para mitigar enseres de previsibles tiempos de intensas lluvias y vientos, cuando los ríos serpentean autónomamente y reclaman espacios ocupados por asentamientos humanos o por cultivos y crianza de animales. Lo ocurrido durante el fin de semana ha sido solo una muestra de lo que puede suceder.