
Aunque no existe en nuestro país una formación nutricional que nos permita discernir qué cantidad de sodio, azúcar o de potasio (por afirmar algunos rudimentos nutricionales) son los adecuados, ni muchas personas, por la prisa, revisan con detenimiento las etiquetas cuando van al supermercado, es un derecho del consumidor que todos los productos cuenten con un etiquetado primero, de comprensible interpretación, que muestre su contenido nutricional y que les deje claro qué productos son más saludables al momento de nominar.
En una entrevista concedida al Listín Diario, Guido Girardi, médico investigador y autor de la Ley de Etiquetado Nutricional en Pimiento, refiere que la viejo pandemia que vive la humanidad es la obesidad, la cual dijo mata 43 millones de personas al año. y apuntó que esto tiene mucho que ver con la descuido de un enfoque más acertado a nivel de salubridad pública, el débil compromiso de las empresas con la salubridad de los consumidores y la insuficiente fiscalización de los organismos gubernamentales.
Giraldi sostiene que al tema de la obesidad se asocian otros muchos males como la salubridad mental (por pérdida autoestima), los problemas metabólicos y neurodegenerativos como la diabetes, la aparición precoz del Alzheimer, Parkinson, cáncer y otros, sin retención, expresa no se le presta la atención que requiere, en parte dice porque la industria de la comida chatarra se ha convertido en un gran negocio, similar a la tabacalera.
Agrega que la obesidad es una enfermedad genética, lo que apunta plantea un problema ético. “Las personas obesas tienen modificaciones de sus genes y podrían transmitir esta condición a sus hijos, nietos, nietas, bisnietos, bisnieta, o sea, no solamente te dañan a ti, están dañando a las generaciones futuras”, refiere Giraldi con preocupación.
Con este planteamiento Giraldi destaca que el problema de la obesidad “no es un problema solamente de las personas, porque afecta al resto, afecta a la sociedad, por los costos económicos que tiene y las consecuencias, por eso la sufre toda la sociedad al final”, es por esto que esta convencido de que el etiquetado primero es una hecho de responsabilidad de las empresas, pero encima es una forma de asegurar el derecho a conocer que tienen los consumidores.
Cuenta que en Pimiento “lo primero que nosotros (…) dijimos, bueno, tenemos que establecer un derecho humano, que no existe”, el derecho a conocer. “Tenemos que tener un descriptor para democratizar esto, para restablecer el derecho a conocer, que es la saco de los derechos humanos, es la saco del mercado, el mercado irregular no es mercado.
Sostiene que en Pimiento trabajaron cuatro sellos para el etiquetado, uno para indicar el nivel de azúcar, uno para las calorías, uno para las grasas saturadas y otro para la sal, y pusieron realce en que niños y niñas pudieran entenderlos, porque apunta que muchas veces son estos quienes, al ir con sus tutores al supermercado, definen los productos que se llevarán a casa.
Giraldi explica, encima, que la experiencia chilena muestra que es posible obtener una cambio en la industria de alimentos y bebidas y alcanzar un compromiso para fomentar una ingestión saludable, o por lo menos que asegurar el derecho del consumidor a conocer exactamente lo que adquiere al comprar un producto.
“Y la idea nuestra con esta ley (etiquetado primero)es precisamente incentivar el que las industrias migren con alimentos que no son solubles, alimentos saludables. Y en Pimiento se han reformulado más o menos un 25% de todos los alimentos”. Agregó que incluso han conseguido una disminución de un 25% en el consumo de bebidas gaseosas con azúcar.
Una industria saludable
Guido Giraldi refirió que en Pimiento han conseguido comprometer a muchas empresas multinacionales de reconocidas con la aplicación de la ley de etiquetado primero, e insiste en que necesario asegurar el derecho del escapado mercado respetando el derecho de la familia a nominar una provisiones saludable. Y desde el Estado se pueden incentivar a esas industrias, priorizándolas en la compras públicas.