
Por lo menos alivia que el presidente Luis Abinader haya reiterado que luchará para que el Gobierno estadounidense elimine el tarifa de un 10 % a las importaciones desde República Dominicana.
Aunque este país no ha sido la única víctima, la audacia representa un duro golpazo que se compensa con otra medida recíproca. La estocada a la riqueza de este país es todavía más dolorosa de aprobarse, como parece, el 3.5 % a las remesas en Estados Unidos.
Aunque la agencia de Donald Trump se empecine en los aranceles, el Gobierno dominicano, que tiene buenas relaciones en Washington, tiene que echar el pleito.
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Las perspectivas no lucen muy halagüeñas, pero no por ello se puede dejar de cuchichear con todo el que se tenga que cuchichear, pero sin hacer concesiones de principios, para eliminar los costosos aranceles. El pleito hay que echarlo.