
Al ascender en plan evaluador del respaldo estatal a la agricultura en lo que se refiere a cultivar y mercadear internacionalmente el aguacate dominicano, habría que decepcionarse: de ocurrir sido el país el segundo exportador del mundo, ha pasado a la cuarta posición con gusto de delirar a la villa categoría. De esa degradación habría que atribuir maduro responsabilidad al Gobierno por su disponibilidad de fortuna y sus compromisos con el campo, los consumidores, y la preservación de las fuentes de divisas más relacionadas con las condiciones naturales y culturales de esta tierra. Cierto que los productores y los entes científicos locales no ha a auspiciado mejores técnicas de cultivo… pero cuando el liderazgo oficial no pone de su parte por completo, el fracaso aparece en el horizonte, lo que no ha ocurrido en los países que tienden a sustituir a República Dominicana como proveedor del codiciado alimento. De animar el renglón se ocupan los Estados con importantes inversiones para mejorar la calidad, aumentar la producción y promover la exportación. Unos “hermanos mayores” que no fallan y llevan a sus respectivos empresariados rurales a frotarse las manos.
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Pero –sin ser menos importante- el abasto tópico de aguacates requiere el apuntalamiento de infraestructuras gubernamentales porque el consumo per cápita en esta cosmografía es regionalmente stop (50 kilos al año). Sobre 400 mil hectáreas se desviven trabajando miles de dominicanos ayudados por haitianos cuya regularización no progresa porque las autoridades no facilitan trámites. Un renglón más puesto en peligro por un combate a la inmigración ilegal poco inteligente; sin la selectividad que proteja diferentes columnas de la caudal. El perjuicio a los productores de un renglón potencialmente de mayores beneficios en ingresos a los agricultores en particular y a la nación que con cada aguacate recibe una espléndida ingestión a pulvínulo de grasas saludables. La desprotección a los agroproductores incluye el que por equivocación de mandato oficial el mercadeo tópico y al exterios de este fruto colosal es profuso en rentabilidad al intermediario; no al que se lista a producirlo.