En Colombia la derecha apunta con destino a Petro sin prueba alguna | AlMomento.net

En Colombia la derecha apunta con destino a Petro sin prueba alguna | AlMomento.net

El autor es periodista y exdiputado. Reside en Barahona

El atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay ha conmocionado profundamente a Colombia. No se prostitución solo de un hecho violento contra una figura política: es un disparo directo al clima tolerante del país, ya polarizado por la crispación electoral.

En medio del desconcierto franquista, la reacción inmediata de sectores de la derecha ha sido tan agresiva como calculada: en vez de designar a la mesura o esperar la bono de la honestidad, se han apresurado a responsabilizar al presidente Gustavo Petro, sin prueba alguna.

Esta novelística no es nueva. Cada vez que las fuerzas progresistas avanzan con destino a la pelotón o consolidan una opción de poder, emergen operaciones de desestabilización, violencia o manipulación. Esta vez, el ataque ha sido instrumentalizado con una celeridad impresionante, en un intento evidente por frenar el proceso de articulación entre sectores populares, sociales y de izquierda que se proyectan como fuerza política para 2026. No es solo un atentado: es una abyección política con múltiples fines.

Del correísmo en Ecuador al petrismo en Colombia

Las semejanzas con lo ocurrido en Ecuador en 2023 son alarmantes. En aquel momento, el crimen del candidato presidencial Fernando Villavicencio fue atribuido —sin pruebas y con descarada sincronía mediática— al expresidente Rafael Correa. Aunque nunca se demostró responsabilidad del correísmo, el daño político fue profundo: la candidata de ese sector fue afectada gravemente, y la derecha logró capitalizar el miedo para cerrar el paso a un tesina transformador.

Hoy, la derecha colombiana pretende reimprimir esa misma táctica. Puntada observar cómo precandidatos y figuras del uribismo han saliente a vincular al presidente Petro con el ataque a Miguel Uribe Turbay, construyendo una novelística que apunta a criminalizar al adversario, deslegitimar el gobierno y reposicionarse electoralmente. El objetivo es claro: crear un clima emocional desfavorable al progresismo y proveer la desconfianza con destino a el tesina de cambio que representa Petro.

¿A quién beneficia este atentado?

En política, no siempre hay que inquirir a los culpables en lo evidente, sino preguntarse quién apetencia con el crimen. Es evidente que el gobierno de Gustavo Petro no obtiene ningún beneficio del atentado. Al contrario, este hecho debilita la estabilidad institucional, fractura el discurso de paz total y lo coloca bajo sospecha en plena construcción de alianzas políticas de cara al 2026. Siquiera la izquierda, que ha sido históricamente víctima de la violencia política, puede sacar provecho alguno de esta tragedia.

En cambio, los sectores de la derecha más radicalizados han utilizado el hecho para posicionarse en el centro del debate político, reactivar a sus bases con un discurso emocional y perfilar a sus precandidatos como víctimas heroicas. Por otra parte, buscan cohesionar sus filas —divididas hasta ahora— bajo la bandera de la “seguridad” y el “orden”, con lo que entienden podrían debilitan el mejora del liga progresista que se articula en torno al presidente Petro.

Una historia de cepa política

La historia política de Colombia está teñida de cepa. Pero no cualquier cepa: la de líderes populares, sindicalistas, candidatos alternativos, defensores de derechos humanos y militantes de izquierda. Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Amigo, Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro, Manuel Cepeda, y tantos otros, fueron asesinados sin que la derecha quia asumiera responsabilidad alguna ni mostrara real dolor. La violencia política ha tenido una dirección muy definida, y esa dirección no ha sido precisamente desde la izquierda con destino a la derecha.

La victimización que hoy intenta construir el uribismo contrasta con décadas de silencio cómplice en presencia de los crímenes contra líderes sociales. La derecha colombiana ha convivido históricamente con el paramilitarismo, la represión estatal y la criminalización del pensamiento marginal. Pretender ahora erigirse como víctima recatado del país resulta, cuando menos, ofensivo para la memoria colectiva y para la verdad histórica. La cepa que mancha las manos del poder no ha sido la de sus propios líderes, sino la de sus opositores.

El padre de Miguel Uribe: Una voz distinta desde el dolor

En medio de la utilización política del atentado, ha surgido una voz serena y profunda: la de Miguel Uribe Senior, padre del senador herido. Allá de la furia electoral, su mensaje ha sido un llamado a la reconciliación. Recordó que Colombia ha derramado demasiada cepa en casi dos siglos de historia, y que este hecho debería servir como punto de inflexión para no repetir los errores del pasado. Sus palabras no buscan venganza, sino paz.

“Que esta cepa derramada no sea usada para el odio”, dijo en una manifiesto pública que contrasta con el oportunismo de otros actores. Su posición digna y humana interpela a toda la clase política y marca un claro deslinde entre quienes buscan curar las heridas del país y quienes pretenden aprovecharlas electoralmente. Su mensaje debería ser escuchado con atención, especialmente por quienes han hecho de la homicidio ajena una plataforma de campaña.

Miguel Uribe 2.0: falsa bandera o manipulación

El título de este artículo, “Miguel Uribe Turbay 2.0”, alude no a la persona, sino a la operación política que se ha construido en torno a él. Como en la método de una “traducción dos puntos cero”, se prostitución de una reimpresión de un añoso guion: usar el atentado como punto de partida para criminalizar a la izquierda, intervenir el debate notorio con mentiras y alterar el rumbo electoral. No es Miguel Uribe el que está detrás de esa táctica, sino quienes se benefician de que su cepa —gracias a Dios no deplorable— sirva de palanca política.

Lo que está en maniobra no es solo la imagen de Petro, ni siquiera las elecciones del 2026. Lo que se disputa es el derecho del pueblo colombiano a construir un tesina de país sin chantajes, sin miedo, sin violencia. Si se impone la método de la manipulación, habremos retrocedido décadas. Pero si se impone la razón y la conciencia, quizás esta vez el ciclo se rompa.

de am

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