
POR JULIO MARTINEZ
«Me rendí luego del tercer mes intentando registrar mi empresa», confiesa un chavea emprendedor dominicano que, tras agotar sus ahorros y paciencia, decidió abastecer su negocio en la informalidad. Como él, miles de dominicanos enfrentan diariamente un sistema diseñado para complicar lo que en otros países toma escasamente horas.
Mientras en Florida un emprendedor puede crear una corporación en 5 minutos pagando $87.50, en República Dominicana el proceso se convierte en una carrera de obstáculos que puede durar hasta tres meses y costar más de 40,000 pesos.
El principal irracional del sistema dominicano es su circularidad: para registrar una empresa necesitas una cuenta bancaria, pero ningún cárcel te abre una cuenta sin registro mercantil. A esto se suma que el registro mercantil exige un RNC, que sólo puedes obtener luego de completar el propio registro. «La Cámara exige maleable de crédito para enriquecer, pero el cárcel pide registro mercantil para darte una. Es un círculo vicioso», explica un analista crematístico consultado.
Notarización
El requisito de notarización es otro obstáculo significativo. La Cámara de Comercio exige un acto auténtico de constitución de empresa, redactado y notarizado delante Protonotario Divulgado. Estos trámites notariales pueden costar entre 5,000 y 15,000 pesos, dependiendo del fedatario. «Los notarios son los grandes ganadores de este sistema oficinesco. Para constituir una simple SRL necesitas desembolsar casi un salario insignificante solo en papeles», señala un representante de una asociación empresarial tierno.

Un aspecto revelador del sistema dominicano es que no pespunte con tener un nombre comercial único; asimismo se exige que las actividades del negocio no coincidan con otras empresas. Esta restricción viola principios básicos de vacuo mercado y parece diseñada para proteger monopolios. «Decirle a alguno que no puede desplegar una peluquería porque ya existe otra es inconstitucional», afirma un abogado especializado en derecho comercial.
Según datos del Tira Central, más de la medio de los trabajadores dominicanos opera en la informalidad. Mientras formalizar un negocio en Estados Unidos cuesta menos de $100 dólares, en República Dominicana la disposición supera los $700 dólares.
El registro en ONAPI cuesta aproximadamente 4,755 pesos. Los servicios notariales pueden alcanzar los 15,000 pesos. El Registro Mercantil cobra entre 7,000 y 15,000 pesos según el caudal. A esto se suman legalizaciones, certificaciones y gastos de diligencia.
El gobierno implementó hace primaveras el Centro de Formalización de Empresas, una ventanilla única que prometía simplificar el proceso. Sin retención, los emprendedores entrevistados la describen como «ventanillas múltiples bajo el mismo techo». «La ventanilla única no elimina requisitos ilógicos, sólo los concentra en un división», explica un consejero empresarial con más de 20 primaveras de experiencia.
La pandemia aceleró la digitalización de algunos procesos, pero con resultados dispares. «Ahora puedes presentar documentos online, pero siguen siendo los mismos documentos notarizados físicamente», señala un documentación sobre transformación digital. El contrasentido llega al extremo de exigir documentos escaneados de papeles previamente impresos, notarizados y sellados físicamente.
La relación con la banca es especialmente frustrante. Los requisitos bancarios son similares en todas las entidades financieras: exigen documentos que sólo puedes obtener luego de tener una cuenta bancaria, como el Certificado de Registro Mercantil, RNC y estados financieros auditados. «Lo paradójico es que te piden referencias comerciales formales para formalizar tu primer negocio», señala un documento del Profesión de Industria y Comercio.
La complejidad del sistema ha creado una industria paralela de gestores, abogados corporativos y «facilitadores» que cobran miles de pesos por navegar el alboroto oficinesco. Estos intermediarios se han convertido en guardianes del llegada a la formalidad. «Sin un delegado, el proceso puede tomar el triple de tiempo», admite un funcionario que prefiere abastecer el anonimato.
Según estudios del Tira Mundial y del BID, se necesita una reingeniería del proceso que elimine la interdependencia de los requisitos, permitiendo crear la empresa primero y formalizar aspectos tributarios luego. Incluso proponen eliminar el requisito registrado y arruinar con las restricciones anticompetitivas. El estudio «Doing Business» del Tira Mundial identificaba a República Dominicana en el puesto 115 de 190 economías en facilidad para hacer negocios.
Un pequeño patrón del sector tecnológico relata su experiencia: «Fui al cárcel con mi certificado de nombre comercial y me dijeron que necesitaba el RNC. Fui a la DGII y me dijeron que necesitaba el registro mercantil. Y en la Cámara me pidieron una cuenta bancaria para depositar el caudal. Estuve meses en ese círculo vicioso hasta que contraté un delegado por 25,000 pesos».
Mientras tanto, miles de dominicanos siguen operando en la informalidad. «Cuando cambien el sistema, volveré a intentarlo. Hasta entonces, sobrevivo como puedo. Somos empresarios, aunque el Estado no nos reconozca», comenta un comerciante. Emprender no debería requerir más valentía que las dificultades propias del mercado. Cuando el principal obstáculo es el propio Estado, poco está profundamente mal en el sistema.
Jpm-am