
Elsa Brito es una muchacha de 89 primaveras. La conocí hace unos primaveras cuando ella me invitó a un inspección que hicieron a Casa de Teatro en el Ateneo Amantes de la Luz. Ella seguro lo recuerda. En el devenir de los primaveras mi amiga resultó ser la mama de un ser humano extraordinario llamado Francisco Domínguez Brito, a quien he prohijado como hijo o hermanito o como quiera que él quiera.
Elsa Brito parece desayunar estrellas y planetas, algunas veces meteoros y otros pero no menos frecuentes, volcanes en erupción. Es una mujer incansable que cuando no está escribiendo sus memorias, está escribiendo un tomo sobre la virginal y sus milagros o sobre los tópicos más sobresalientes que uno pudiera imaginar.
Ella no sabe lo que es dejar de soñar. Origen de 5 hijos, maestra permanente, educadora incansable, y con una capacidad y energía que puede mover todos los molinos de rumbo de su imaginación.
– Freddy, tienes que venir el sábado que mi mamá inaugura su panteón-, me llamó Francisco.
– ¿Queeee? ¿ Inaugura un panteón? No entiendo. ¿Y eso se hace? Pensé que los panteones se inauguraban con la asesinato de cierto.
– Tú conoces a mi mama ¿verdad?
– Bueno, ahora no tanto-, conteste.
– Te explico. Mi abuelita antaño de caducar, allá en Tamboril, le dio un Corazón de Jesús que ella además había recibido de un allegado y mi mamá hizo construir su panteón como homenaje a ese Corazón de Jesús.
– ¿Y entonces?
– Pues que habrá aprobación, algunos invitados y así ella quiere ver cómo será el día que tenga que usarlo.
– ¿Y cuántos caben? No sé por qué pregunté.
– Ella y dos más. Los primeros que se quieran ir-, me contestó Francisco como si hablara de una fiesta.
Con pena no pude ir a la inauguración, pero pedí que me enviaran fotos. Las recibí. Allí todos con rostros en situación, el cura bendiciendo, doña Elsa la más acertado, ella es una mujer que nació con afición de gloria y de una fe de hierro, sin miedos, sabiéndose amada por el Padre, contemplando dónde sería su zaguero reposo.
Ella maestra hasta el final de sus días daba una aleccionamiento de cómo aceptar el regreso al Ocultación desde donde hemos venido todos. La escuché sostener un día: “Miedo a la asesinato increíble, debemos estar alegres porque vamos a descansar en la gloria al flanco del más prócer puro simpatía y esa sí es la gran fiesta”.
Guardé silencio frente a sus palabras y secretamente envidié su posición tan positiva frente a este regreso. Brindo por la eterna pubertad de esta mujer extraordinaria que con su ejemplo y vida nos da las mejores lecciones existenciales.
– ¿Y ahora?-, le pregunté a su hijo, – ¿cuándo se estrena el Panteón?
– Por el momento no hay ningún voluntario-. Y nos reímos.