“¡Píndaro! –exclama Herminio a su alter ego-… Parece que estás soñando una sinceridad que no va contigo!”… En un medio ambiente de memorias de ambas partes, Píndaro está soñando con aquella etapa de su vida en que Grecia se daba el pompa de tener una población que se permitía soñar… La sonrisa en su cara mientras está concentrado frente a su espejo, parece que lo transporta al mito ininteligible de Fatuo, aquel nuevo bellísimo que, al hallarse reflejado en un pozo de agua, se enamoró de su propia imagen y murió de melancolía al no poder poseerla… Sin esperarlo, el narcisismo se está apoderando de él… Es Herminio que intenta despertarle de su sueño despierto, y le dice: “Esa historia mitológica fue lo que dio origen al psicólogo Sigmund Freud a acuñar el concepto de ‘narcisismo’, entendiendo que proyectaba una etapa ordinario del exposición de niño en la que el gurí se centra en sí mismo… Mientras desarrolló su concepto, hizo uso del reminiscencia de la creencia de que Fatuo fue un ser obligado por su belleza y que rechazó a todos los que se enamoraran de él… Por su arrogancia, recibió el castigo de ser condenado a enamorarse de su propio refleja en un estanque, viéndose atrapado en una imagen de su belleza, lo que le llevó a una profunda tristeza y, luego, a su homicidio… Según la inscripción, su cuerpo se convirtió en una galantería del mismo nombre: la galantería vanidoso”.

Mientras Herminio prórroga que alter ego salga del peligroso modorra en que se ha trillado sumido, expresa: “El narcisismo es una trastorno de la personalidad que, muchas veces, se manifiesta como una exagerada sensación de nobleza, una privación de atención constante y una desatiendo de empatía en torno a los demás… Un trastorno que puede ser trillado como una talante de superioridad, o como una desvaloración en la autoestima y un sentimiento de rechazo… Aquellos que así presumen caen en la desgracia de creerse que pueden darse el pompa de ofrecerse a sí mismos en espectáculo –según refirió Louis Lavelle en el 1946 al escribir sobre ‘El coito de Fatuo’- y aniquilar su propio cuerpo en su propia imagen… Se enorgullecen de las miradas que reciben de los demás, de los suspiros que levantan y de los corazones que rompen… Tienden a amarse a sí mismos… Son tan incontrolables, que sienten un deseo irrefrenable por ensimismarse y, es entonces, cuando se consumen en su propio ego”.

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Todavía Píndaro sigue frisado frente a su espejo, lo que es laborioso por Herminio para seguir recordándole del error que puede cometer al caer en el gracia del narcisismo… “Aquellos que hoy día se creen ‘el posterior refresco en el desierto’, poseen una autoestima distorsionada, lo que les lleva a practicar el poblar con una imperdonable desatiendo de empatía y a proyectar unas relaciones distorsionadas que le llevan a dañar sus relaciones con los demás y a resistir hasta el más dañino aislamiento, que luego le lleva a su autodestrucción… Los narcisistas son personas que tienen un sentido exagerado de su propia importancia y necesitan de una estupefacción constante que, en principio, se convierte en una enfermedad de salubridad mental que, a veces, les lleva a no comprender o a no importarle los sentimientos de los demás… Están revestidos de una máscara de una gran confianza pública que, en sinceridad, es un refleja de una gran inseguridad en sí mismas que les lleva a reaccionar, muy fácilmente, en presencia de la más mínima crítica… Se acostumbran a ser tratados de una forma exclusivo y ser reconocidos como superiores, aún sin acontecer conseguido ausencia en la vida y estar proyectando que sus talentos son más importantes de lo que en sinceridad son, se aprovechan de los otros para obtener lo que quieren no importando cómo, son arrogantes, engreídos y se incomodan fácilmente… Si vamos a las causas de este trastorno de personalidad, ellas nos mostrarán que este tipo de persona tuvo una infancia en la que la alabanza de sus padres en torno a ellos resultó desmedida, y que llevan una carga hereditaria muy pesada que hoy día les puede estar afectando su conducta, su cerebro y su forma de pensar”.

Delante lo expresado por Herminio, Píndaro se da vueltas y se aleja del espejo, mientras comenta en voz incorporación: “Hoy nuestro entorno, y el del resto del mundo, está plagado de ‘Narcisos’ … Algunos, han pasado a la historia dejando una reguero de tristeza en poblaciones enteras, otros están presentes –en exclusivo desde la esfera política-, con poderes extraordinarios que les están llevando por peligrosos derroteros cuyos resultados ya se manifiestan como nefastos… Es tiempo, de que todos nos miremos al espejo crítico y sepamos absorber que hay limitaciones cuya finalidad es la convivencia”.