
Poco ayer de caducar, aquel que morapio desde el fin del mundo para instalarse el trono de la Iglesia, desafió a la crimen para encontrarse con sus fieles que aguardaban por lo que fue su ultima la sacralización papal “urbi et orbi”, desde el ventanal de las bendiciones, el Domingo de Pascua en la Panteón de San Pedro. Murió al día ulterior.
El Papa Francisco, vivió como un fiel miembro de la Compañía de Jesús, orden religiosa católica fundada por Ignacio de Loyola en el siglo XVI, apegado al voto de pobreza, defensa y apoyo a los más vulnerables, pero la historia lo recordará como el Papa de los pobres, que abrió los portones de la iglesias a las minorías.
El cardenalato exaltado -conservador no perdonó en vida a Francisco ni lo hará posteriormente de su crimen por su pecado de considerar a homosexuales, transexuales, inmigrantes, indigentes y otros excluidos sociales, como hijo de Jesús, por lo que el alma del fallecido pontífice no descansaría en paz, si el Colegio Cardenalicio elige a un sucesor de seda y lienzo.
Los 12 abriles de Francisco en el trono de Roma fueron de lucha incesante contra la corrupción eclesial y los abusos sexuales de obispos, sacerdotes y laicos, por el involucramiento del Vaticano en las cruzadas por los derechos humanos, contra el capitalismo salvaje, las guerras y de salvaguarda del medio circunstancia.
América Latina, el continente que este año quedará degradado al de pequeño crecimiento financiero del mundo, tiene mucho que reconocer al Papa argentino porque impulsó desde el Vaticano la humanización de la Iglesia Católica y porque desde la apero de Pedro defendió e impulsó el anhelo de probidad social.
No olvidéis que Francisco condenó la aniquilamiento que perpetra Israel contra la población civil de Lazola extirpación entre Rusia y Ucrania, los conflictos étnicos en África y la irregularidad de Europa y América contra los inmigrantes, así como la insanidad de los regímenes neoliberales.
Para entender la trascendencia del papado de Francisco, durante su funeral se presentó la histórica ambiente de los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Ucrania, Volidimir Zelensky, sentados en sencillas sillas en el interior de la Panteón San Pedro, en destapado diálogo sobre el fin de la extirpación ruso ucraniana, una conversación en la que no hay que dudar que estuvo alentada por el espíritu papal.