
Redacción. – Desde la votación de los cardenales electores hasta el recuento de las papeletas que luego se queman en una estufa de hierro fundido de 1939, todos los detalles de lo que ocurre en la Capilla Sixtina.
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
“Elijo al sumo sacerdote”.
Los 133 cardenales electores llamados a nominar al 267º Romano Pontífice tendrán en sus manos una plástico de forma cuadrilongo con esto escrito en la porción superior y «el empleo para escribir el nombre del estimado» en la porción inferior y «hecha de guisa que se pueda doblar en dos». Todo está minuciosamente descrito en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.
La distribución de las papeletas
Una vez preparadas y distribuidas las papeletas (al menos dos o tres a cada cardenal votante) por el experto de ceremonias, el postrero cardenal diácono sortea, entre todos los cardenales electores, tres escrutadores, tres encargados de poner en cobro los votos de los enfermos (infirmarii) y tres auditores. Si en este sorteo se extraen los nombres de cardenales electores que, por enfermedad u otra razón, no pueden desempeñar estas funciones, se extraen en su empleo los nombres de otros cardenales. Esta es la período previa a la votación. Ayer de que los electores comiencen a escribir, el Secretario del Colegio Cardenalicio, el Preceptor de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y los Maestros de Ceremonias deben desentenderse la Capilla Sixtina, posteriormente el postrero Cardenal Diácono cierra la puerta, abriéndola y cerrándola tantas veces como sea necesario, como cuando los infirmarii salen a poner en cobro los votos de los enfermos y regresan a la Capilla.

La papeleta
Cada cardenal votante, por orden de precedencia, posteriormente de ocurrir escrito y doblado su papeleta, sosteniéndola en detención para que sea visible, la lleva al altar, donde se encuentran los escrutadores y sobre el cual está colocado un cavidad cubierto con un plato para poner en cobro las papeletas».
«Pongo por refrendador a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es regalado a aquel que, según Altísimo, creo que debe ser estimado».
Esta es la fórmula que cada cardenal dirá a continuación en voz reincorporación. Luego deposita la papeleta en el plato y con ello la introduce en el cavidad. Al final se inclina frente a el altar y vuelve a su asiento. Los cardenales electores presentes en la Capilla Sixtina que no pueden ir al altar por estar enfermos, cuentan con la ayuda del postrero de los escrutadores que se acerca a ellos: pronunciado el fidelidad, entregan la papeleta doblada al escudriñador que la lleva visiblemente al altar y, sin pronunciar el fidelidad, la coloca en el plato y con éste la introduce en el cavidad.

Cómo votan los cardenales enfermos
Si hay cardenales electores enfermos en sus habitaciones, los tres infirmarii van allí con un número apropiado de papeletas en una pequeña bandeja y una caja entregada por los escrutadores y abierta públicamente por ellos, para que los otros electores puedan ver que está vacía, y luego cerrada con una clave colocada en el altar. Esta caja tiene un agujero en la parte superior por el que se puede introducir una papeleta doblada. A continuación, los enfermeros llevan la sarcófago a la Capilla Sixtina, que es abierta por los escrutadores posteriormente de que los cardenales presentes hayan depositado su papeleta.

Los escrutadores cuentan las papeletas de la sarcófago y, tras cerciorarse de que su número coincide con el de los infirmarii, las colocan una a una en el plato y con éste las introducen todas juntas en el cavidad.
En la sarcófago
Una vez que todos los electores cardinales han depositado sus papeletas en la sarcófago, el primer escudriñador sacude la sarcófago varias veces para enredar las papeletas e, inmediatamente posteriormente, el postrero escudriñador procede al recuento de las papeletas sacándolas visiblemente una a una de la sarcófago y depositándolas en otro recipiente hueco.Si el número de papeletas no corresponde al número de votantes, deben quemarse todas y se procede inmediatamente a una segunda votación.Si, por el contrario, sí coincide con el número de votantes, se procede al recuento.Los tres escrutadores se sientan en una mesa frente al altar: el primero toma una papeleta, la abre, anota el nombre del votante y se la pasa al segundo, quien, una vez comprobado el nombre del votante, se la pasa al tercero, que la lee en voz reincorporación -para que todos los electores presentes puedan marcar su voto en una hoja especial- y anota el nombre erudito.
Si, durante el recuento, los escrutadores encuentran dos papeletas dobladas de forma que parezcan ocurrir sido rellenadas por un mismo votante, si llevan el mismo nombre se contabilizarán como un solo voto; si, por el contrario, llevan dos nombres diferentes, nadie de los dos votos será válido, pero en nadie de los casos se anulará el voto. Una vez terminado el recuento de las papeletas, los escrutadores suman los votos obtenidos por los distintos nombres y los anotan en una hoja párrafo.El postrero de los escrutadores, al observar las papeletas, las pincha con una manilla en el punto donde se encuentra la palabra Eligo, y las introduce en un hilo, para que se conserven con maduro seguridad.Una vez terminada la ojeada de los nombres, los extremos del hilo se atan con un nudo, y las papeletas se depositan en un cavidad o a un flanco de la cantina.En ese momento, se cuentan los votos y, posteriormente de comprobarlos, se queman en una estufa de hierro fundido que se utilizó por primera vez durante el Cónclave de 1939.Una segunda estufa, de 2005, conectada, se utiliza para los productos químicos que deben dar el color enfadado en caso de no votación y el color blanco en caso de votación.
El quórum necesario
Para la votación del Romano Pontífice se necesitan al menos 2/3 de los votos. En el caso concreto del Cónclave que comenzará el miércoles 7 de mayo, serán necesarios 89 votos para nominar al Papa, siendo el número de cardenales electores 133.

Tanto si se elige al Papa como si no, los auditores deben proceder a comprobar tanto las papeletas como las anotaciones realizadas por los escrutadores, para cerciorarse de que han llevado a agarradera su tarea con exactitud y fidelidad.
Inmediatamente posteriormente de la auditoría, ayer de que los cardenales electores abandonen la Capilla Sixtina, todas las papeletas son quemadas por los escrutadores, con la ayuda del secretario del Colegio y del experto de ceremonias, llamado mientras tanto por el postrero cardenal diácono. Si, por el contrario, debe celebrarse inmediatamente una segunda votación, las papeletas de la primera sólo se queman al final, cercano con las de la segunda votación.
Votación
Las votaciones tienen empleo todos los días, dos por la mañana y dos por la tarde, y si los cardenales electores tienen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona que debe ser elegida, posteriormente de tres días sin resultado, las votaciones se suspenden durante un mayor de un día, para una pausa de oración, desocupado discusión entre los electores y una breve exhortación espiritual, pronunciada por el cardenal decano de la orden de los diáconos.A continuación, se reanuda la votación.Luego de siete votaciones, si la votación no ha tenido empleo, hay otra pausa para la oración, la conversación y la exhortación, impartida por el cardenal maduro de la orden de los presbíteros.
A continuación, se realiza otra serie de siete votaciones y, si no se ha producido la votación, se hace una nueva pausa para la oración, la conversación y la exhortación, a cargo del cardenal maduro de la orden de los obispos. A continuación se reanuda la votación, con un mayor de siete papeletas. Si no hay votación, se reserva un día para la oración, la advertencia y el diálogo, y en la futuro votación se debe nominar entre los dos nombres que hayan recibido más votos en la votación mencionado. Igualmente en estas votaciones se requiere una mayoría cualificada de al menos dos tercios de los cardenales presentes y votantes, pero en estas votaciones no pueden sufragar los dos cardenales sobre los que se requiere una votación.