
Por Situación Tulio Bustos Gutiérrez
Un documentación publicado recientemente por la CEPAL y ONU-Mujeres arroja una radiografía clara —y preocupante— del estado coetáneo de la igualdad de condición en América Latina y el Caribe. Bajo el título “La Memorándum 2030 para el Crecimiento Sostenible y la Memorándum Regional de Clase en América Latina y el Caribe: indicadores de condición a 2024”, este documento nos enfrenta con una efectividad ineludible: el avance cerca de la igualdad de condición sigue siendo insuficiente, desigual y, en muchos casos, estancado.
La Memorándum 2030, firmada en 2015 por 193 países miembros de la ONU, estableció 17 Objetivos de Crecimiento Sostenible (ODS), entre ellos el ODS 5, dedicado a alcanzar la igualdad de condición y empoderar a las mujeres y las niñas. Este objetivo, acullá de ser un único ideal, está profundamente anclado en los principios de la Afirmación Universal de los Derechos Humanos. Alcanzarlo no solo significa cerrar brechas legales y culturales, sino asimismo asegurar que la fracción de la población mundial pueda cultivar plenamente su potencial, contribuir al incremento financiero, y habitar una vida expedito de violencia y discriminación.
Sin bloqueo, según el documentación, estamos acullá de lograrlo. La mayoría de los indicadores analizados muestran un progreso cachazudo, y algunos en franco retroceso. Las acciones implementadas para sujetar la violencia de condición, erradicar el enlace pueril, incrementar la billete de mujeres en espacios de liderazgo y suministrar el golpe a tecnologías siguen siendo insuficientes. A este ritmo, el cumplimiento del ODS 5 para el 2030 parece una meta inalcanzable.
Especialmente inquietante es la situación relacionada con los marcos jurídicos. En varios países de América Latina, la fuero aún no ofrece garantías suficientes para proteger a las mujeres en su vida pública y privada. La errata de normas claras o la no aplicación de las existentes perpetúan un entorno en el que la violencia, la discriminación sindical y la desigualdad en el hogar siguen siendo moneda corriente.
Adicionalmente, en ciertas áreas, los datos proporcionados por los países son insuficientes como para evaluar si se ha innovador o no. Temas como la carga de cuidados no remunerados, los derechos sexuales y reproductivos, y el golpe a la propiedad de la tierra siguen siendo invisibilizados en muchos países de la región, lo cual no solo dificulta el diagnosis, sino asimismo la acto efectiva.
El documentación asimismo destaca cuatro obstáculos estructurales que perpetúan la desigualdad de condición: la persistente desigualdad socioeconómica, los patrones culturales patriarcales, la injusta ordenamiento social del cuidado, y la concentración del poder en manos de unos pocos. Estos factores no solo refuerzan la limitación de las mujeres, sino que asimismo limitan el progreso de nuestras sociedades en su conjunto.
La desigualdad de condición no es un problema que afecte solo a las mujeres: es un obstáculo para el incremento sostenible. Cuando las mujeres no pueden conseguir a oportunidades laborales en igualdad de condiciones, cuando se ven obligadas a admitir desproporcionadamente las tareas de cuidado, cuando son excluidas de los espacios de valor política o empresarial, las economías pierden talento, las democracias se debilitan y el tejido social se resiente.
Frente a este panorama, es urgente repensar nuestro maniquí de incremento. Necesitamos transitar cerca de lo que el documentación pasión “una sociedad del cuidado”, en la que las responsabilidades domésticas y de cuidado se distribuyan de forma lucha entre hombres, mujeres, el Estado y el mercado. Una sociedad que por otra parte de reconozca el valía de estos trabajos, los incorpore como parte esencial del bienestar colectivo.
Adicionalmente, es necesario desarrollar marcos jurídicos más robustos, asignaciones presupuestarias con perspectiva de condición y políticas públicas que efectivamente apunten a elaborar las condiciones estructurales de desigualdad. La igualdad de condición no puede subordinarse solamente de la voluntad individual, sino que requiere de decisiones políticas firmes, capital sostenidos y, sobre todo, de una transformación cultural profunda.
En medio de tantas cifras y diagnósticos, a veces corremos el aventura de perder de olfato lo esencial: la igualdad de condición no es solo un objetivo técnico o un indicador que alcanzar. Es una puesta ética que tiene como objetivo alcanzar sociedades más justas, inclusivas y humanas. En América Latina, aún tenemos un dilatado camino por recorrer. Pero si poco nos enseña este documentación, es que no podemos darnos el pompa de seguir postergando ese alucinación.