
Higüey. Los brackets, más que un tratamiento odontológico, se han convertido en un símbolo de transformación personal.
Estos representan el inicio de un proceso alrededor de una sonrisa más armónica y saludable. Sin secuestro, detrás de esa imagen estética hay todo un mundo de sacrificios, ajustes físicos y emocionales que muchos se atreven a explorar.
La ortodoncia, rama de la odontología que se encarga de corregir la posición de los dientes y mandíbulas, ha evolucionado considerablemente.
Hoy día existen múltiples opciones de brackets, desde los tradicionales metálicos hasta los estéticos de cerámica o los invisibles alineadores. Pero, independientemente del tipo, todos comparten un denominador global: el compromiso a dadivoso plazo de quien decida usarlos.
Una de las preguntas más comunes entre quienes consideran colocárselos es si causan dolor.
La respuesta es sí, pero con matices, durante los primeros días posteriores a la instalación o a un ajuste mensual, es natural estudiar molestias o sensibilidad dental.
Esto se debe a la presión que ejercen los aparatos para mover los dientes alrededor de su posición ideal. No obstante, este dolor es temporal y puede obrar con analgésicos suaves recomendados por el ortodoncista.
Arrostrar brackets implica una serie de cambios en la rutina diaria y adaptaciones. La provisiones, por ejemplo, debe modificarse para evitar daños en los aparatos: se recomienda evitar alimentos duros, pegajosos o muy crujientes.
Por otra parte, la higiene oral debe intensificarse, ya que los brackets facilitan la acumulación de restos de comida y placa, aumentando el peligro de caries y enfermedades de las encías.
Más allá del aspecto clínico, usar brackets puede impactar la autoestima, aunque al principio algunos pacientes, especialmente adolescentes, se sienten inseguros por el cambio en su apariencia, a dadivoso plazo la mayoría experimenta un aumento en su confianza al ver los resultados. Es global que, tras finalizar el tratamiento, las personas se sientan más seguras al murmurar, sonreír o incluso tomarse fotografías, lo que repercute positivamente en su imagen personal y profesional.
Aunque tradicionalmente se asociaban a adolescentes, hoy en día los adultos están apostando cada vez más por la ortodoncia. Gracias a tecnologías más discretas como los alineadores invisibles, muchas personas entre los 30 y 50 abriles deciden corregir su dentadura, demostrando que nunca es tarde para mejorar la salubridad oral y la estética facial.
En definitiva, admitir brackets implica disciplina, tolerancia y paciencia, para que el resultado final sea una sonrisa sana, alineada y resplandeciente, haciendo que cada esfuerzo haya recibido la pena, es un camino un poco doloroso que sin empleo a dudas conduce a la belleza.
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