

El autor es economista y contador. Reside en Punta Cana.
Por Rafael Ramírez
Cuando el presidente Luis Abinader Corona decide reunirse con los tres expresidentes -Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina- no es simplemente un seña protocolar, es un acontecimiento político de stop valía institucional, que merece ser ponderado como una muestra de juicio política y una posibilidad de construir consensos en torno a temas nacionales como la seguridad, heredad, educación, crisis haitiana o la reforma fiscal.
Esto fortalece la gobernabilidad y puede acortar la confrontación política y por otra parte es una demostración de juicio democrática. Disfrutar esa experiencia, aunque no siempre se comparta, puede enriquecer la toma de decisiones del gobierno contemporáneo.
Este tipo de reuniones es un ejemplo para la clase política y la ciudadanía, representa un hecho político y simbólico de gran relevancia para la República Dominicana, porque puede fomentar una civilización política basada en el diálogo, el respeto y la colaboración, en puesto de la polarización. Es un mensaje positivo para las nuevas generaciones y para los actores sociales y empresariales.
Adicionalmente, este tipo de cita tiene un valía simbólico potente, muestra que el diálogo es posible, que los egos pueden ceder frente a las urgencias del país y que la política puede ser ejercida con responsabilidad. Igualmente proyecta al exógeno una imagen de institucionalidad y gobernabilidad que favorece la inversión, la cooperación internacional y la confianza en el rumbo del país.
En muchos países de la región, este tipo de diálogo es difícil de ganar y nuestro país con este hecho da una demostración de juicio democrática y envía un mensaje de estabilidad institucional y respeto por la democracia, porque ganar sentar en una misma mesa a estas figuras a pesar de la diferencia política e ideológica, es un gran logro que todos los dominicanos debemos de aplaudir.
Este tipo de reunión la comunidad internacional observa con atención este seña, porque esta proyecta una imagen de institucionalidad, gobernabilidad y compromiso con la estabilidad, lo que puede traducirse en longevo confianza para la inversión extranjera y el turismo.
Espero que esta reunión no quede como una fotografía ocasional, ni como un seña para los titulares, que sea el inicio de una maña regular de consulta entre líderes con experiencia de Estado. Que de este tipo de encuentros surjan recomendaciones, propuestas o incluso consejos informales que puedan enriquecer la trámite pública.
Disfrutar esa experiencia, aunque no siempre se comparta puede enriquecer la toma de decisiones del gobierno contemporáneo. La historia juzga con benevolencia a quienes son capaces de dialogar, aun con quienes han sido adversarios y la democracia se fortalece cuando sus principales protagonistas entienden que el poder es pasajero, pero la responsabilidad con el país es permanente.
Jpm-am
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