
Por Abril Peña
El PregoneroRD- Distrito Franquista, Este 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos, una plazo que invita a reflexionar sobre el estado de los mares… y en nuestro caso, sobre la hipocresía con la que tratamos al Caribe.
Nos vendemos como “destino de sol y playa”, presumimos de costas vírgenes y arrecifes, pero ¿cuántos ríos contaminados desembocan directamente en nuestras aguas?
¿Cuántas comunidades costeras carecen de servicios básicos mientras las cadenas hoteleras prosperan a pocos metros?
¿Cuánto plástico flota frente a Samaná, Boca Chica o Montecristi? Vivimos de espaldas al mar
República Dominicana tiene más de 1,500 km de costero costero y una de las mayores zonas económicas exclusivas del Caribe.
Pero el océano solo aparece en la conversación doméstico cuando hay una marea negra o una ballena encallada.
Los pescadores artesanales sobreviven sin subsidios ni protección. Los manglares son invadidos con frecuencia. Y las aguas residuales de muchas comunidades costeras van directo al mar sin tratamiento. Un mar empachado de promesas… y basura
Los estudios más recientes del Profesión de Medio Dominio alertan que la contaminación flota por plásticos y microplásticos está aumentando de forma amenazador, afectando peces, corales y playas.
En zonas como Haina, Boca Chica o Manresa, los residuos sólidos compiten con las olas.
Y lo más trascendental: la sobrepesca y la pesca ilegal han diezmado especies secreto, como el pez papagayo (vitalista para proteger los arrecifes de coral).
¿Quién protege el mar dominicano?
La Ley 64-00 no es suficiente si las autoridades ambientales no cuentan con personal, botes, ni voluntad política auténtico para fiscalizar lo que ocurre mar adentro.
Al mismo tiempo, las áreas marinas protegidas siguen siendo títulos sin aplicación habilidad. Los corales se están muriendo, los humedales retroceden, y el mar se convierte en vertedero, en silencio.
El Caribe no es una piscina para el turista, es el pulmón azur de nuestra heredad, nuestra seguridad alimentaria y nuestra identidad insular.
Protegerlo no es un suntuosidad ecológico, es una política de Estado irresoluto y es además una responsabilidad ciudadana: si sigues tirando basura en la calle, terminará en el mar.
Este 8 de junio, no pespunte con subir una foto de la playa, hay que alzar la voz por el mar. Porque cuando el océano enferma, la isla no sobrevive.