
Italia. – El papa Francisco tomó como encomienda reparar las cuentas deficitarias y a menudo opacas del Vaticano. Otros pontífices lo intentaron antiguamente que él sin conseguir poner orden, por lo que ahora Valeroso XIV enfrenta el desafío de enderezarlas.
Pese a los ingresos de sus hospitales, sus museos, de las donaciones de fieles y diócesis y del inquilinato de su amplio patrimonio inmobiliario, las finanzas de la Santa Sede son crónicamente deficitarias y su fondo de pensiones presenta un importante desequilibrio estructural.
Aunque no informa de sus cuentas con regularidad, el Vaticano reportó en 2023 una pérdida consolidada de casi 70 millones de euros (casi 79 millones de dólares), frente a unos ingresos de 1.200 millones de euros.
Su historia, por otra parte, está repleta de escándalos financieros, como ejemplifica a la perfección su porción, el Instituto para las Obras de Religión (IOR).
Uno de sus asesores cercanos, el influyente cardenal Angelo Becciu, reticente al designación de George Pell, se vio implicado en un desvío de fondos provenientes de la cuestación anual de donaciones.
En la mirilla había algunas inversiones desastrosas para la Iglesia que provocaron pérdidas de entre 130 y 180 millones de euros, según la delación. Una de ellas era la transacción de un inmueble de postín en Londres por 350 millones de euros.
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