
Pregunta: Doctora, llevo dos abriles hablando con una persona. Nos hemos trillado unas cuantas veces y hablamos todos los días, pero hay días en los que él no quiere contestarme nulo. Le escribo y le averiguo qué le pasa, y no me dice nulo; al contrario, se enoja y me ha dicho que le da miedo y no quiere que vaya a obedecer de él.
Le digo que no es así, pero podría decirme poco… ¿Por qué lo hace? Por ejemplo, desde ayer no me contesta. Tengo muchos deseos de gimotear y tumbarse, pero no puedo, por más que lo intento. Me duele el alma. En verdad siento que él no siente lo mismo que yo por él. Al principio, él era muy amoroso, pero de un tiempo para acá está muy seco. No sé qué hacer. ¿Me puede ayudar, por auspicio?
Respuesta: Lo que te tiene estancada es estar esperando que él vuelva a estar cariñoso como al inicio, así como ilusionarte buscando una explicación de sus actos.
Lo primero que debes entender es que no todo el mundo es como uno, que no todos nos van a querer y cuidar como esperamos. Que el simpatía es más que una intermitencia y que a las personas las conocemos para conocer si podemos porfiar con su forma de ser o no.
Creo que no deberías esperar tanto de él, sino buscarle significado a tu vida fuera de esta dinámica (eres más que esa relación).
Aprende que aquel que te quiera atún nunca jugará con tus sentimientos ni será capaz de crearte angustia. Y, sinceramente, no creo que sea lo que estás viviendo con esta persona.
Hace muchos abriles acuñé una frase que te hará correctamente admitir: “Uno debe regalar su partida a quien no valora su presencia”.
Ocúpate. Haz cosas en tu día a día que te mantengan distraída y deja de querer conocer por qué la otra persona no te corresponde como tú esperas.