
Por Abril Peña
ElPregoneroRD- En un país donde las mujeres fueron históricamente llamadas a bordar en silencio, Delia Weber escribió, pintó, actuó y luchó. Hija de una República en disputa, fue maestra, comediante, feminista, periodista y nacionalista.
Pero todavía fue perseguida, silenciada y censurada. Y aun así, nunca se calló. Una mujer antaño de su tiempo
Nacida en Santo Domingo en 1900, Delia Weber fue una intelectual multifacética en una época en que el talento femíneo era invisible o castigado. Estudió en Bélgica, hablaba varios idiomas, pintaba con destreza y escribía con pasión. Se convirtió en una de las primeras mujeres dominicanas en informar poesía con enfoque feminista y de denuncia social.
Fue profesora de historia del arte, crítica literaria, defensora del voto femíneo y pionera en musitar de los derechos civiles de la mujer en un país que tan pronto como reconocía su existencia política.
Pero su veterano valentía no fue solo intelectual: fue ético.
Trujillo, la mordaza y la dignidad
Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, Delia Weber fue perseguida por no doblegarse. A pesar de acontecer sido invitada —como muchas intelectuales— a colaborar con el régimen, ella se negó a convertirse en figura decorativa del trujillismo.
No aceptó los premios del régimen. No firmó adhesiones. No desfiló bajo sus órdenes. Por eso, su nombre fue borrado de los libros oficiales por abriles. El régimen le cerró puertas. La excluyó. Pero no pudo desmontar su encomienda.
El arte como forma de resistor
En sus cuadros y textos, Delia Weber dejó huellas de la mujer que no quería ser musa, sino autora. Sus pinturas, marcadas por rostros femeninos y paisajes interiores, dialogaban con una sensibilidad que no aceptaba moldes. Su poesía denunciaba el machismo, la hipocresía social y el peso asfixiante del poder.
Fue una de las fundadoras de Acto Feminista Dominicana, clase desde el cual exigió reformas legales, paso a la educación para las mujeres, y derechos laborales. Además participó en debates sobre el alma franquista, enfrentando desde la palabra las injusticias que otros temían nombrar.
¿Por qué no la recordamos más?
Quizá porque no buscó la victoria. Quizá porque no hizo alianzas con el poder.
O quizá porque el país no sabe qué hacer con una mujer que pensó con atrevimiento cuando eso era casi un crimen.
Hoy, rescatar la figura de Delia Weber es un acto de equidad cultural. No para poner su rostro en un billete, sino para devolverle su oficio en el corazón de la República. Fue una de las primeras dominicanas en afirmar que la país todavía se escribe en femíneo… y con carácter.