En mi procedente ciudad, San Francisco de Macorís, un conjunto de organizaciones y movimientos de la izquierda revolucionaria dominicana convocaron a ciudadanos de buen conducirse y adecuadamente intencionados a construir su voz y mover a través de acciones cívicas. La protesta surgió delante el despropósito y el ecocidio que se viene realizando en la provincia Juan Sánchez Ramírez (Cotuí), donde grandes intereses económicos se imponen sobre la sanidad y la existencia de nuestro distrito.

Miles de ciudadanos verdaderos patriotas surcaron las calles de nuestro heroico pueblo para exigir al Gobierno, como administrador del patrimonio doméstico, la detención inmediata de las acciones de Barrick Gold. Esta empresa minera, que posee concesiones sobre una extensa parte del distrito doméstico tanto por medios institucionales—como es el Congreso—como por decretos ejecutivos, parece tratar por encima de la ley y de las deyección de la población.

El impacto financiero: ¿A qué precio se destruye la nación?

Si adecuadamente se argumenta que la explotación minera inyecta grandes cantidades de divisas a la riqueza—algunos informes sostienen que cifras cercanas a los US$1,700 millones se destinan al beneficio financiero, incrementando en torno al 2.7% el PIB y representando un porcentaje significativo de las exportaciones nacionales—estos beneficios están siempre contrarrestados por graves daños sociales y ambientales. Se ha señalado que Barrick Gold ha generado en torno a 3,000 empleos (casi el 98% para mano de obra regional) y destinado inversiones en proyectos comunitarios, sin requisa, estos capital se convierten en un pertrechos de doble filo. A dadivoso plazo, la degradación ambiental, el detrimento de la calidad del agua y la pérdida irreversible de ecosistemas pueden anular cualquier beneficio financiero inmediato. El costo de destruir la fertilidad de la tierra y contaminar nuestro medio fundamental es, sin duda, un sacrificio que ninguna nación debe estar dispuesta a respaldar.

Daño ambiental y social: La herida que no sana

Las operaciones de Barrick Gold no se han condicionado solo a la cuna del oro. El proceso empleado involucra la construcción de infraestructuras como presas y reservorios para acumular desechos tóxicos—principalmente cianuro y otros químicos letales—que se filtran en arroyos, ríos, cañadas y lagunas. Este «desmonte» del distrito y la conversión de áreas verdes en verdaderas lagunas de homicidio generan un daño ambiental profundo: la biodiversidad se ve afectada, el permanencia de los ecosistemas se fragiliza y la sanidad de las comunidades aledañas se ve comprometida. Encima, numerosos testimonios denuncian la tala masiva de árboles y otros abusos que evidencian la presión indiscriminada que ejercen intereses económicos sobre la protección de los capital naturales.

Un llamado a redirigir el patriotismo

En presencia de esta verdad, resulta fundamental replantear el concepto de patriotismo. No se prostitución de un sentimiento que deba alentar discursos de omisión o racismo, sino de un compromiso con la vida, con la defensa de nuestro distrito y de los capital naturales que sostienen a futuras generaciones. Mientras algunos políticos utilizan la novelística del patriotismo para marginar a quienes consideran no “nacionales de pleno derecho”, el real sexo por la nación se mide en la capacidad de proteger la tierra y el agua, principios indispensables para la vida.

El patriotismo se transforma en batalla cuando nos cuestionamos: ¿qué problema existencial estamos resolviendo al extraer oro a costa de viejos ríos, arroyos y cañadas? ¿Cuál es el precio de convertir una fuente de vida en un depósito de tóxicos? Es responsabilidad de todos los ciudadanos exigir que se revise el convenio tácito entre el Estado y las empresas multinacionales. Se debe despabilarse un maniquí de incremento que no sacrifique el bienestar colectivo, la sanidad ambiental y, con ello, la continuidad de nuestra nación.

Hoy, desde mi posición de ciudadano y ser social, hago un llamado a la pelotón: unámonos en una sola voz para exigir acciones técnicas y científicas que velen por la vida. No permitamos que intereses de hombres e instituciones predadoras sigan desangrando y aniquilando nuestra nación. El real patriotismo es librar a la nación de ataques que, de forma silenciosa pero constante, comprometen la existencia del país y del pueblo dominicano.

¡Paremos ya! Que las voces que hoy retumban en medios masivos y redes sociales asuman la responsabilidad de que el sexo a la nación se traduzca en acciones concretas para librar nuestros capital naturales, nuestra sanidad y, sobre todo, la vida de futuras generaciones.

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