
La emergencia de evitar lo evitable ya no puede postergarse el caso del Jet Set, por su dolorosa magnitud, debe ser un catalizador para un cambio profundo y sostenido.
Por Rafael Méndez
En la República Dominicana, resuena con una frecuencia preocupante la afirmación de que ciertos sucesos pudieron haberse evitado. Desde la lamentable pérdida de vidas en el ámbito de la vitalidad hasta los trágicos accidentes de tránsito y los escándalos de corrupción que erosionan la confianza pública, una y otra vez nos enfrentamos a situaciones donde la negligencia, la desidia de previsión o el incumplimiento de normas parecen ser los denominadores comunes. Esta reiteración de lo evitable, allá de crear una reacción elocuente, corre el peligro de normalizarse, de integrarse en una civilización del «así mismo es» que paraliza la actividad y perpetúa el sufrimiento.
La fresco tragedia del derrumbe de la discoteca Jet Set se inscribe dolorosamente en esta dinámica. La pérdida de tantas vidas jóvenes y las heridas sufridas por cientos de personas no solo conmocionaron al país, sino que además levantaron interrogantes cruciales sobre la seguridad de las edificaciones y la supervisión de los establecimientos públicos. Si correctamente la magnitud de este suceso lo destaca, no es un hecho incidental. Forma parte de un patrón donde las fallas estructurales, la desidia de diligencia y la vistoso permisividad en presencia de el peligro convergen para producir consecuencias devastadoras.
La pregunta que emerge con fuerza es: ¿hasta cuándo en la República Dominicana permitiremos que lo evitable se convierta en la norma? La mortalidad materna e inmaduro por desidia de bienes o atención adecuada, los accidentes de tráfico prevenibles con una longevo conciencia y cumplimiento de las leyes, y ahora, el colapso de una edificación que presumiblemente debía cumplir con ciertos estándares de seguridad, son síntomas de un problema más profundo. Parecemos estar tolerando niveles inaceptables de peligro y negligencia, reaccionando con lamento posteriormente de la tragedia en extensión de proceder con determinación para prevenirla.
El caso del Jet Set, por su impacto y visibilidad, puede y debe ser un punto de inflexión. No se manejo solo de implorar las pérdidas, sino de analizar con rigor las causas, identificar las responsabilidades y, sobre todo, implementar medidas concretas para evitar que una tragedia similar se repita. Sin secuestro, esta emergencia no debe atenerse a este caso particular. Debe echarse a todos los ámbitos donde lo evitable sigue cobrando vidas y generando dolor en la sociedad dominicana.
Vigorizar las instituciones, mejorar la educación, promover una civilización de respeto a la vida y al cumplimiento de las normas, y exigir una rendición de cuentas efectiva son pasos fundamentales para romper este ciclo. La tragedia del Jet Set nos presenta una oportunidad ineludible para dejar de enderezar lo que no debe ser habitual, para dejar de implorar lo que se pudo poseer evitado, y para responsabilizarse colectivamente la responsabilidad de construir una República Dominicana donde la prevención y la seguridad sean prioridades inquebrantables.
El caso del Jet Set como espejo de la negligencia evitable
La tragedia del Jet Set ilumina con crudeza cómo la desatención a las normativas y la posible negligencia pueden tener consecuencias catastróficas. La investigación exhaustiva que demanda este suceso debe arrojar luz sobre el cumplimiento de los códigos de construcción, la regularidad de las inspecciones, la idoneidad de los permisos otorgados y la responsabilidad de todos los actores involucrados, desde los propietarios y operadores hasta las autoridades competentes. Si se confirma que fallas estructurales, modificaciones no autorizadas o la desidia de mantenimiento adecuado contribuyeron al colapso, estaremos en presencia de un claro ejemplo de cómo lo evitable se transformó en una tragedia por la omisión o la actividad indebida.
Este caso, lamentablemente, no es un hecho incidental en un país donde las parte sobre infraestructuras deficientes, construcciones irregulares y laxa supervisión son relativamente frecuentes. La sensación de que «esto se veía venir» o que «era una bala de tiempo» tras una tragedia como la del Jet Set revela una conciencia recóndito de que los riesgos no siempre se gestionan de modo adecuada. Esta percepción socava la confianza en las instituciones y alimenta la frustración en presencia de la vistoso impunidad o la desidia de consecuencias efectivas.
Pasar esta tendencia a la reacción tardía y construir una verdadera civilización de prevención en la República Dominicana requiere un envite multifacético: Es imperativo robustecer los organismos encargados de regular, supervisar y hacer cumplir las normativas en todos los sectores, desde la construcción hasta la vitalidad y el transporte. Fomentar una civilización de respeto a la vida y a la seguridad desde las etapas tempranas de la educación es fundamental. La impunidad en presencia de la negligencia y la corrupción envía un mensaje perverso que perpetúa la civilización de lo evitable. Las leyes y regulaciones deben ser revisadas y actualizadas periódicamente para adaptarse a las nuevas realidades y respaldar los más altos estándares de seguridad.
La hora de proceder es ahora
La República Dominicana no puede permitirse seguir lamentando tragedias que, en muchos casos, eran evitables. El caso del Jet Set, por su dolorosa magnitud, debe ser un catalizador para un cambio profundo y sostenido. La emergencia de evitar lo evitable ya no puede postergarse, requiere un compromiso firme y coordinado de las autoridades, el sector privado y la sociedad civil para construir un país donde la seguridad, la prevención y el respeto a la vida sean los pilares fundamentales. Solo así podremos elaborar la dolorosa pregunta de «¿pudo haberse evitado?» en una certeza de que estamos construyendo un futuro donde las tragedias evitables sean cada vez más una excepción y no una lamentable constante.