
Julio Santana | Foto: Julio Santana
Durante meses, el ejército israelí ejecutó con implacable frialdad una de las operaciones de castigo más brutales del siglo XXI. Todos sabemos que se alcahuetería del asedio y exterminio sistemático del pueblo palestino en Lazo. Un báratro de bombas, anhelo, desplazamiento y destrucción en nombre de una supuesta defensa franquista. Pero ahora que el conflicto ha dejado de ser unidireccional, que las bombas asimismo caen en su distrito y el miedo se ha instalado en las calles de Tel Aviv, Israel descubre una fragilidad que durante décadas supo ocultar bajo su retórica de invulnerabilidad.
Los testimonios que llegan desde los medios israelíes y occidentales son reveladores. La población está “asustada y en shock”. Las redes sociales se han llenado de preguntas desesperadas: ¿Cómo escapar del país? Con el espacio vaporoso cerrado, las largas filas en los cruces en dirección a Egipto y Jordania son prueba de que incluso quienes alentaron el castigo colectivo contra Lazo hoy desean huir, pero ya no pueden.
El sistema de defensa antiaérea, orgullo franquista, sigue siendo vulnerado hasta la última ronda de los contraataques iraníes. La promesa de Netanyahu de “eliminar la amenaza nuclear iraní” se transforma imperceptiblemente en una pesadilla que amenaza con rebosar de control. En circunscripción de seguridad, el resultado ha sido desestabilización regional, condenas internacionales unánimes y una sociedad civil colapsada emocionalmente. Esto zaguero no es una exageración: más de 4,700 llamadas en pocos días a las líneas de ayuda psicológica del Empleo de Vitalidad israelí lo demuestran.
Mientras tanto, los palestinos no tienen a dónde escapar. Han sido diezmados, atrapados entre escombros, sin agua, sin alimentos, sin electricidad… y sin fronteras abiertas. En Lazo no hay filas para salir porque los cielos están cerrados por valentía de Israel, y las fronteras son campos minados por el silencio de los cómplices.
Ahora que los proyectiles asimismo caen del otro costado, que el conflicto se expande más allá del judería en que convirtieron Palestina, el gobierno israelí clama por contención, diplomacia, “moderación de las partes” … Pero ya es tarde para pedir mesura cuando sabemos que, de forma jactanciosa-casi imperial- y con el apoyo estadounidense, comienza a incendiarse una región de gran valencia táctico con total impunidad.
Los grandes actores internacionales —Rusia, China, Turquía, incluso aliados tradicionales como Arabia Saudita y Egipto— han condenado la ataque israelí contra Irán por considerarla una provocación injustificada, una violación del derecho internacional y un aventura de catástrofe nuclear. La voz de Putin advirtiendo sobre “consecuencias imprevisibles” no es retórica vacía, sino un espejo donde Israel puede ver lo que ha sembrado.
Y sin secuestro, todavía se insiste en el espejismo. La fuerza baste, que los pueblos pueden ser exterminados sin que la historia ajuste cuentas.
Pero la historia siempre vuelve, y muchas veces —como ahora— lo hace acompañada de miedo, lágrimas y cielos cerrados para todos.
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