
Me apropio del título de una novelística de García Márquez, para narrarles un proceso que nos ha llenado de asombro y culmina con un video que nos enviaron de un software que se claridad Alofoque. Buscamos el nombre en internet y descubrimos que es una empresa de radiodifusión y TV, pintada de rojo, detrás de un centro comercial, y que por lo tanto había que aclararle lo que uno de sus periodistas había calificado como “periodismo serio”.
Y, ahí nos presentamos mi consorte y yo, a ver si nos daban la oportunidad de aclarar lo dicho. Nos recibió un imberbe enérgico quien nos dijo que sabía quienes éramos: “Los defensores de….” y que él “como padre divorciado sabía lo que era que un equipo swat secuestrara tus hijos, y que andaba buscando el nombre de la coronela que armó el activo”, etc.”
Ese imberbe desconocía que quien había secuestrado a esos niños y anunciado que se los llevaría a ese “paraíso de civilización y educación” que es Las Vegas, fue el padre; y la origen lo único que hizo, a posteriori de suceder cumplido y pagado las ocio que le correspondían al padre, fue apelar a las autoridades dominicanas.
Ahí confirmé el efectivísimo trabajo que ha hecho la abogada del ex, (que fue quien escondió los niños y conminada por la oficial tuvo que entregarlos), de manipulación y desinformación de los periodistas.
Como en los cinco reenvíos del caso -contra el ex por violencia doméstica y violencia psicológica contra los hijos, la abogada, había desinformado a los periodistas, diciéndoles que el caso era contra la víctima y que había sido “condenada en España”, exactamente lo contrario.
Investigando al “periodista” del software, descubrimos que el imberbe (que proclamando un “periodismo serio y responsable” había colocado fotos de nuestra defendida, denunciando al PEPCA, con la dama más respetada del país, doña Milagros Ortiz Bosch), se había apersonado a la casa de nuestra hija adoptiva cuando procuraba ser cónsul en la Argentina, acompañado por la hija de la entonces embajadora Bernstein, procurando su ayuda. Nuestra defendida intentó ayudarle, pero no logró que lo nombraran y de ahí su saña.
Lo positivo del software es que ahora sabemos que existe un ficticio expediente, (¡5,000 páginas!), que ni la acusada ni nosotros hemos acabado conocer, y que quien lo entregó, (en una franca violación de los reglamentos de la Cancillería, que exige que toda persona acusada debe ser convocada, admitir el expediente y tener 30 días para responderlo), y difundió masivamente, fue un “inexperto” funcionario de Cancillería.
Instamos al señor Matías, que de seguro ignora lo que pasó en ese software, que nos invite a Alofoque.