

El autor es periodista. Reside en Santo Domingo
POR BOLIVAR BALCACER
Lo del Jet Set no fue solo una tragedia estructural. Fue la confirmación colosal de que poco mucho más oneroso se ha derrumbado en la República Dominicana: la dignidad del oficio, la ética comunicacional, la humanidad mínima.
El desplome del techo dejó muertos, heridos y familias rotas. Pero asimismo dejó al descubierto el comportamiento hediondo de una gran parte de nuestros llamados influencers, Periodistas y comunicadores. Lo que vimos fue un festín de desinformación, morbo y desesperación por una primicia que ni sabían relatar los sopilones.
Gentío con miles de seguidores publicando sin confirmar, sin fuente, sin respeto. Todo por un puñado de clics y la palmadita del patrón de turno, el mismo de la casa del demonio.
Peor aún: medios tradicionales que saben mejor —¡que deben enterarse mejor!—, se hicieron eco de rumores como si fueran verdades absolutas. ¿Dónde quedó el deber de contrastar fuentes? ¿El respeto a los muertos? ¿La responsabilidad con el país?
Lo que se mostró en esas horas de caos fue salvajismo puro. Una carrera por ver quién desinforma primero, quién mercantiliza mejor la tragedia, quién se pone primero en el ranking del ego. No hay piedad ni profesionalismo. Solo un escasez desmedida por moneda, auge y relevancia momentánea.
Y detrás de todo eso, un patrón invisible pero poderoso: el “sindicato antipueblo”, disfrazado de empresa comunicacional, que se nutre de las migajas del poder político y crematístico, y que entrena títeres con cámara, transmitiendo por internet, para hacerle el trabajo desaseado.
Como comunicador de la vieja escuela, como dominicano, como ser humano: me siento asqueado. Esto no fue un error. Fue una demostración perfecta de lo que somos cuando se cae la careta.
Gentío que dice galantear a su país, pero no duda en desangrarlo por views. Comunicadores de pacotilla que solo saben coger cámara, sublevar el ego y entregar humo.
Y no me voy sin hablarle al gobierno y a los demagogos politicos de la lugar: ustedes no están preparados para falta. Si esto fue lo que vimos con un colapso almacén, imaginen un terremoto verdadero. El país no aguanta ni un soplido más. Reflexionen. No nos vendan estabilidad cuando lo que tienen es incapacidad.
Y a los que “aspiran” al poder, ahí tienen su espejo. Si esto no les da vergüenza, entonces no merecen dirigir ni un vertedero. Porque en esta tragedia, no solo murieron personas, asimismo se enterró la vergüenza.
Jpm-am
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