
Por Abril Peña
El 21 de mayo, Día Mundial de la Riqueza Cultural, es una oportunidad para explorar lo que nos distingue y lo que nos une. Y pocas dominicanas representan mejor esa fusión entre identidad y excelencia integral que Aysha Syed, una de las violinistas más destacadas de América Latina y del mundo.
Nacida en República Dominicana y formada desde muy temprana momento en escenarios internacionales, Aysha ha tocado con orquestas sinfónicas en Asia, Europa y Estados Unidos. Su técnica, poderosa y elegante, ha sido elogiada por críticos de Viena, Madrid y Nueva York. Pero más allá del destreza, hay poco que la hace única: nunca ha dejado de platicar en dominicano, aunque su música suene en otros idiomas.
Aysha no solo ha sido una embajadora cultural, además ha sido una mujer novato que ha roto estereotipos en el mundo clásico, tan conservador como severo. Con disciplina, sensibilidad y firmeza, ha demostrado que una dominicana además puede liderar con arte en escenarios de élite.
En un país donde aún nos cuesta incluir la música clásica en la conversación pública, donde el arte a veces se ve como postín y no como aparejo de transformación, figuras como Aysha Syed son más que motivo de orgullo: son una provocación sana. Nos invitan a preguntarnos qué talento estamos dejando sin atmósfera.
Hoy, Día de la Riqueza Cultural, la celebramos como símbolo de lo que la civilización dominicana puede aportar al mundo cuando se apoya, se forma y se libera del recelo.