Elías Piña (República Dominicana), 29 abr (EFE).- El hasta hace poco dinámico mercado binacional en la pueblo de Elías Piña, oeste de República Dominicana, presenta un aspecto totalmente diverso, con muy poca actividad, a causa del temor a la violencia en Haití por el avance de las bandas criminales en poblados cercanos a este punto fronterizo.

Como en los otros pasos limítrofes entre República Dominicana y Haití, lunes y viernes, a las 8 de la mañana, las autoridades abren los portones para que comience el enorme flujo de quienes ingresan al mercado a comprar diversos productos que abastecen a Haití.

Sin requisa, esto ha ido cambiando estos días correcto a que la situación en Haití se ha convertido en una peligroso amenaza a la seguridad franquista, según admitió la semana pasada el canciller dominicano, Roberto Álvarez, en la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU para dar seguimiento a la crisis en ese país, donde más de 5.600 personas murieron el año pasado como consecuencia de las acciones de bandas criminales.

GRUPOS ARMADOS ATACARON COMUNIDAD PROXIMO A ELIAS PIÑA

En esa misma intervención, Álvarez recordó que este mes los grupos armados atacaron la comunidad de Mirebalais, a unos 50 kilómetros de Elías Piña, y ocuparon la sede del consulado dominicano, aunque «por fortuna» el personal que custodiaba el edificio había sido retirado previamente, para juntar que «los criminales han amenazado con seguir su marcha desde Mirebalais hasta la frontera dominicana».

La situación mantiene en incertidumbre la zona, hasta el punto de que un marcial que vigila el funcionamiento del mercado comenta a EFE que «hasta hace un mes pasaban unos 400 camiones y se iban cargados de mercaderías alrededor de Puerto Príncipe y ahora solo cruzan unos 40».

Jaime Peguero, un comerciante que lleva 13 abriles vendiendo al por veterano harina, grasa, maíz y detergente a colegas haitianos, dijo a EFE que «las ventas han caído en un 90 %, producto de las bandas que se han manager de sectores cercanos aquí de la frontera, como por ejemplo Mirebalais y Las Caobas».

«Los haitianos tiene temor de venir a comprar porque (los pandilleros) les quitan las mercancías, les atracan los camiones, por lo que ahora solo hay familia de aquí cerca, caminando a pie, ya no tenemos ese flujo de comerciantes haitianos que venían a comprar», añadió.

Ahora la mercancía se traslada casi solamente en motocarros y en carretillas alrededor de el vecino país.

VIGILANCIA REFORZADA DN DOMINICANA

Los miembros del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrenal (Cesfront) de República Dominicana se mantienen atentos: es evidente que la vigilancia se ha reforzado en Elías Piña, tanto en el puesto contiguo, donde cada haitiano que ingresa a condado dominicano es revisado a fin de que no lleve ningún objeto prohibido, como todavía en las calles por las que se extiende el mercado binacional.

Anthony Félix, un tierno comerciante haitiano, dijo a EFE que se traslada desde el poblado de Cachimán, próximo a Belladere, pueblo fronteriza con Elías Piña, a traicionar ropa en el mercado, donde, aseguró que «antaño vendía entre 15 y 20.000 pesos, pero ahora mismo no hay cero».

«Ya uno solo viene a averiguar la comida. Ya no pasan los camiones y todavía la familia tiene miedo de ocurrir, por las bandas armadas, que ya han tomado Mirebalais», agregó.

Si las bandas siguen avanzando «van a matar a toda la familia. La única opción es pasar o expirar. Pasar alrededor de los montes, si es que hay tiempo para pasar. La familia ya duerme con un ojo cerrado y el otro hendido, por las bandas», apuntó.

Magaly Marcelina, deportada desde República Dominicana, donde asegura que vivió por 26 abriles, y que todavía vende ropa en el mercado binacional, contó a EFE que «hay mucha familia que anda en la altozano, sin tener dónde ir, durmiendo por ahí con muchachos chiquitos», en relato a algunas familias que han huido tras los ataques de las bandas a Mirebalais.

«Tengo mucho miedo a que lleguen las bandas a mi ciudad porque ellos pueden advertir a una mujer grávida y matarla», dijo.

«Antaño nosotros vendíamos mucho, pero ya no hay movimiento y no se vende cero. Así que ahora el dueño me paga 300 pesos (5 dólares)», que es el efectivo con el que regresa a Haití, tras una larga viaje de trabajo bajo un intenso sol.

«Estamos preocupados por si llegan al portón fronterizo, pero quiera dios que así no sea, esperemos que esa familia no se aproxime más. Uno siempre tiene temor, pero estamos asegurados aquí por el Ejército y por el tapia fronterizo”, concluye, por su flanco, Peguero. EFE