
Los chips en su despensa y los refrescos en su refrigerador podrían estar haciendo más daño de lo que piensa. Un nuevo estudio general ha vinculado el consumo generalizado de alimentos exaltado procesados (UPF) con cientos de miles de muertes prematuras y prevenibles.
Publicado en el American Journal of Preventive Medicine, el estudio descubrió que más de 124,000 muertes en los Estados Unidos entre 2017 y 2018 podrían atribuirse al consumo de UPF. Pero el impacto no se detiene en American Borders. Investigadores de la Universidad de São Paulo de Brasil analizaron datos dietéticos de otros siete países y encontraron tendencias similares en todo el mundo.
Los autores del estudio estiman que las muertes exaltado procesadas relacionadas con los alimentos están aumentando rápidamente, particularmente en las naciones de bajos y medianos ingresos. En Brasil, más de 25,000 muertes prematuras se vincularon a UPF durante el mismo período. El Reino Unido, México, Canadá, Australia, Colombia y Pimiento además mostraron números significativos.
Los investigadores utilizaron modelos de aventura comparativo para calcular el porcentaje de todas las muertes prevenibles que podrían estar relacionadas con UPF, que van desde el cuatro por ciento en países con un consumo más bajo a casi el 14 por ciento en países de parada consumo como Estados Unidos y Gran Bretaña.
Estos productos industriales se encuentran en todas partes y están hechos de ingredientes que generalmente no se encuentran en su propia cocina. Los ejemplos populares incluyen refrescos, bocadillos, cereales endulzados, comida rápida y comidas congeladas. Estos productos están diseñados para una larga vida útil y conveniencia, pero además están fuertemente asociados con enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes, ciertos cánceres e incluso depresión.
A medida que los UPF reemplazan cada vez más los alimentos frescos y mínimamente procesados, especialmente entre las familias de bajos ingresos, el peaje está subiendo. Los investigadores advierten que las muertes exaltado procesadas relacionadas con los alimentos se están convirtiendo en un señal de un cambio más profundo en la sostenimiento general, impulsadas por ganancias, conveniencia y regulación inadecuada.
El autor principal, Eduardo Nilson, argumenta que la educación por sí sola no resolverá el problema. En cambio, él y su equipo solicitan soluciones sistémicas como hipotecar UPF, subsidiar alimentos saludables, mejorar las etiquetas de los alimentos y regular el marketing y el suministro de alimentos institucionales. Todavía enfatiza la carestia de coordinación general porque esto no es solo un problema dietético; Es un fracaso de la política internacional.