
Santo Domingo.– Enclavado en el corazón de la provincia de San Cristóbal, el municipio de Los Cacaos es un rincón aún casto del paísal que sus habitantes llaman con orgullo «el valle de Altísimo».
El reconvención nos llevó rodear las montañas, con paradas obligatorias provocadas por los trabajos de construcción de la carretera, que permitían disfrutar la tino de sus ríos y un verdor que parece infinito.
El pueblo vibra entre la calma de su naturaleza y las ansias de exposición que sus residentes impulsan día a día.

Desde la alcaldía, organizaciones comunitarias, religiosas y ciudadanos, el consenso es claro: la transformación ha comenzado, pero aún descuido camino por recorrer, textualmente.
El anhelo de la carretera
Los Cacaos sufre desde hace décadas una situación crítica de paso. Aparecer al municipio, incluso desde la lugar de honor de San Cristóbal, es una travesía que implica curvas cerradas, tramos en mal estado y materiales poco aptos para soportar el tráfico pesado.
“Pedimos paciencia”, ruega Modesto Lara, corregidor del municipio.

“La muchedumbre se desespera con razón, pero lo que se está haciendo es magnate. Para 2026 vamos a tener una carretera amplia, cómoda, segura e iluminada», dice el funcionario municipal al equipo de Semanario El Día.
La obra, fue iniciada en 2023 y está a cargo de la Empresa de Vivientes Hidroeléctrica Dominicana (EGEHID) y representa una inversión estatal de más de 4,000 millones de pesos.
Según explicó el corregidor, se han tenido que rediseñar curvas, sustituir materiales inadecuados y planificar la iluminación para mejorar la seguridad nocturna.

Será un antiguamente y luego
“Será una carretera con estándares modernos que cambiará la historia de nuestro pueblo”, asegura.
La comunidad lo sabe. Todos coinciden en que esta vía no solo conectará físicamente a Los Cacaos con el resto del país, sino que detonará el crecimiento financiero, facilitará el turismo ecológico y permitirá a sus productos agrícolas aparecer con veterano presteza y seguridad a los mercados.

Antaño café, ahora limonada y chinola
La pertenencias del municipio está sostenida por el trabajo incansable de hombres y mujeres que viven de la tierra. El café, en tiempos remotos rey del campo, ha cedido protagonismo al limonada, el guineo, el plátano y la chinola. Camiones acuden diariamente a cargar la producción para su saldo y exportación.
Empleo y mal estados de las calles
“Gracias a Altísimo, aquí ahora hay más empleo que antiguamente”afirma Ramona Lara, comunitaria y trabajadora de la escuela sindical.
“Yo trabajo, mi hija trabaja, mi hermano igualmente. No está todo resuelto, pero hemos mejorado”.

La presencia de oportunidades ha ayudado a que algunos jóvenes se queden en el municipio, aunque la descuido de una fuente de empleo estable obliga a muchos a portar a la ciudad.
Los comunitarios coinciden en que sus principales malestares son la descuido de empleos y las condiciones deterioradas de las calles, que dificultan tanto la vida cotidiana como el exposición financiero.
Paisajes únicos
La belleza natural del ocupación es innegable. Cascadas, bosques y senderos serpentean entre montañas. “Aquí hay un espacio que le llaman el ‘valle de Altísimo’. Eso está casto”, dice Lara con una mezcla de respeto y visión.

El ecoturismo, aunque aún en etapa auténtico, ya empieza a gestar movimiento. “Hay avances en proyectos turísticos. No todo lo solicitado se ha ejecutado, pero hay inversiones y eso genera empleos”, señala el corregidor.
Los residentes reconocen el potencial, pero igualmente los retos: mejorar las vías, formar guías locales, ofrecer servicios básicos y fomentar una civilización de preservación ambiental.

La capacitación es otra asignatura irresoluto
La religiosa Sor Caridaddirectora de la escuela sindical del municipio, ve cada día a jóvenes y adultos buscando una salida a la descuido de oportunidades a través de la educación.
“Allí enseñamos costura, cocina, repostería, manualidades, informática…”, explica.

Aunque solo cuentan con tres profesores nombrados por el Servicio de Educaciónhan acabado permanecer una matrícula que ronda los 160 alumnos.
Están a la dilación de la activación de un software del Instituto Doméstico de Formación Técnico Profesional (INFOTEP) que les permitirá ampliar su proposición con cursos como cajero bancario y inspector médico.
“Lo que más necesita el pueblo es empleo, para que los jóvenes no tengan que irse”, dice con tono sereno pero firme la religiosa.
Un cementerio me medio de una altozano
El paso al cementerio es una historia que por abriles simbolizó el negligencia.
“Había que cargar los ataúdes por una altozano”, recuerda el corregidor.
La imposibilidad de encontrar un contorno adecuado llevó a una atrevimiento pragmática: en ocupación de construir un nuevo cementerio, se construyó una funeraria municipal de seis millones de pesos, que comenzará a intervenir en agosto.
“Ahora, los más humildes podrán velar a sus muertos con dignidad”, enfatiza.
Encima, se trabaja en una calle que conectará la cancha con el hospital, se han construido centros comunales y la diligencia municipal ha mejorado la casa recoleta de basura con nuevos equipos donados por el Gobierno.
«Se vive tranquilo»
En medio de todas las carencias, hay poco que los cacaeros defienden con orgullo: la tranquilidad.
“Aquí uno vive aceptablemente, como escaso, pero en paz. No hay delincuencia como en la ciudad”, dice doña Cristiana, una viuda que ha criado a su tribu en el municipio.

Su vecino, Alberto Martín, coincide: “Aquí todo el mundo se conoce. Si llega cierto nuevo, ya todos lo saben. Eso nos protege. Es un ocupación seguro”.