Por Charli McMackin

Cuando una persona de un entorno subrepresentado es preferido como presidente, suele existir la expectativa implícita de que defenderá los derechos de su propia comunidad. La total conquista de Claudia Sheinbaum en México el año pasado no fue la excepción. Como la primera mujer en liderar una nación norteamericana, el mejora de Sheinbaum despertó un optimismo achicopalado tanto en el país como en el extranjero. Su campaña se basó fuertemente en mensajes feministas, con lemas como «Es la hora de las mujeres», que sugerían un posible nuevo capítulo para un país donde un promedio de 10 mujeres son asesinadas cada día.

Pero ocho meses a posteriori del inicio de su sexenio, ese optimismo original comienza a desvanecerse. Allá de marcar el aparición de una nueva era de equidad de apartado, el gobierno de Sheinbaum ha supervisado recortaduras presupuestarios devastadores a los servicios para mujeres, ha mantenido un patrón de represión violenta de las protestas feministas y ha ofrecido una respuesta notablemente discreta al flamante aumento de la violencia en Jalisco.

En conjunto, estas acciones han planteado preguntas apremiantes sobre si la representación simbólica se está utilizando como sustituto de una reforma sustancial.

Los pesos hablan más que las palabras

El primer presupuesto federal de Sheinbaum presenta una historia preocupante. A pesar de la retórica de campaña que presentaba a su oficina como comprometida con la mejoría de los derechos de las mujeres, el plan de gastos para 2025 refleja los patrones de rigor específicos de su predecesor.

Los programas con enfoque de apartado secreto enfrentan recortaduras importantes, con un chiste particularmente duro en los albergues para mujeres. Si se tiene en cuenta que el número de mujeres que utilizan estos servicios aumentó un 75% entre 2023 y 2024, la reducción del 4.3% en la financiación para 2025 solo puede ser un desastre.

La recién creada Secretaría de la Mujer, cuyo objetivo es sufrir la política de apartado a las más altas esferas del gobierno, asimismo se ve afectada por la error de medios que le permitirían desempeñar su función. Su predecesor, el Instituto Franquista de las Mujeres, asimismo experimentó una importante reducción presupuestaria. Al mismo tiempo, la agencia franquista responsable de la prevención de la violencia contra las mujeres, CONAVIM, enfrenta recortaduras significativos. Y si aceptablemente el financiamiento común para programas de apartado ha aumentado, la gran mayoría se destina a iniciativas sociales amplias, dejando solo una pequeña fracción dedicada específicamente a combatir la violencia y la discriminación. En un país donde más del 70% de las mujeres y niñas mayores de 15 abriles han sufrido algún tipo de violencia al menos una vez en su vida, la sociedad civil advierte que estos recortaduras no solo son decepcionantes, sino que podrían ser mortales.

Provocaciones, no protestas

La mandato de Claudia Sheinbaum como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, entre 2018 y 2023, estuvo marcada por repetidos enfrentamientos con movimientos feministas, lo que generó críticas por la represión policial a las protestas y una arremetida litigiosa contra activistas. En motivo de desmantelar las fuerzas policiales represivas, como prometió inicialmente, su oficina continuó militarizando los espacios públicos y reprimiendo violentamente las marchas feministas.

Un noticia fabricado por Condonación Internacional en 2021 reveló que más de una docena de mujeres y niñas fueron detenidas arbitrariamente por su billete pacífica en protestas feministas en el año 2020. Igualmente hubo denuncias generalizadas de violencia sexual perpetrada por agentes de policía como táctica para «darles una disertación» por ignorar las expectativas convencionales de apartado. Algunas de las víctimas documentadas en el noticia tenían tan solo 12 abriles.

Tras las manifestaciones, Sheinbaum persiguió implacablemente a otras jóvenes activistas feministas a través de los tribunales, en una medida que muchos interpretaron como un intento de intimidar y silenciar el movimiento. A pesar del carácter mayoritariamente pacífico de las manifestaciones, Sheinbaum las calificó de «provocaciones», justificando así una respuesta policial convincente.

Al presentar al movimiento feminista bajo una luz negativa, la retórica de la exalcaldesa ha fomentado un hábitat en el que el acción directa de las mujeres puede ser fácilmente desestimado como violencia contumaz. Esto, a su vez, lleva tanto a funcionarios como a la ciudadanía a sentirse justificados para objetar a las protestas con hostilidad o embestida.

Violencia descontrolada

A pesar de las audaces declaraciones preelectorales de Sheinbaum, quien afirmó ser «la única capaz de mostrar resultados en seguridad», el 50% de los encuestados en una sondeo flamante afirmó creer que la seguridad pública ha empeorado o continúa siendo deficiente desde que la candidata de MORENA asumió la presidencia en octubre pasado.

El supuesto feminicidio de la influencer de belleza Valeria Márquez durante una transmisión en vivo el 13 de mayo en TikTok el martes pasado es el extremo de una serie de escándalos violentos que han contribuido a esta percepción. En vivo desde su salón de belleza en Zapopan, Jalisco, Valeria, de 23 abriles, conversaba nerviosamente con la cámara mientras esperaba la presentación de un regalo ignorado. Momentos a posteriori, el dañino, haciéndose tener lugar por un repartidor, entró al salón y disparó varias veces a Valeria en la habitante y el pecho, en presencia de la observación horrorizada de sus seguidores.

No era la primera ocasión en los últimos meses en que la ascenso de violencia en Jalisco captaba la atención internacional. El 5 de marzo, se descubrió un campo de entrenamiento y una fosa global de un cártel en Teuchitlán, a solo 50 kilómetros de donde Valeria fue asesinada. Cientos de zapatos y hornos crematorios improvisados ​​dejaron pocas dudas de que el rancho asimismo había servido como motivo de exterminio, pero la Fiscalía Universal de Sheinbaum negó rápidamente la presencia de restos humanos en el rancho.

Tras el homicidio de Valeria, las autoridades estatales afirmaron que no existían pruebas que sugirieran que el supuesto feminicidio estuviera vinculado al crimen organizado, a pesar de distinguir que el homicidio probablemente fue obra de un sicario. Estos repetidos intentos del gobierno de Sheinbaum por ocultar el efecto de la violencia de los cárteles para exceptuar las apariencias, adyacente con su falsa y perjudicial afirmación de que las tasas de feminicidio se redujeron en un 40 % durante el mandato de López Taller, sirven para minimizar las crisis interrelacionadas del crimen organizado y la violencia de apartado, lo que en última instancia erosiona la confianza pública y obstaculiza la bono significativa en uno y otro frentes.

Exactamente una semana a posteriori del homicidio de Valeria, la ola de violencia que azota a Jalisco llegó a la renta, esta vez golpeando el corazón mismo de MORENA. Ximena Guzmán y José Muñoz, dos de los colaboradores más cercanos de la alcaldesa de la Ciudad de México, Clara Brugada, fueron asesinados a tiros la mañana del martes pasado cuando se dirigían al trabajo en lo que parece ser otro homicidio selectivo.

Mientras la investigación del doble homicidio avanza en un silencio casi total, queda por ver si la táctica definitiva de la presidenta —desmentir, desmentir, desmentir— se aplicará ahora al destino de los seguidores de su propio partido.

Ser mujer no hace a una presidenta feminista

La presidencia de Claudia Sheinbaum fue anunciada como un momento cardinal: una oportunidad para redefinir el liderazgo en un país asediado por la omnipresente violencia de apartado. Sin retención, casi un año a posteriori, la brecha entre las promesas y las políticas es cada vez maduro.

La desfinanciación de los sistemas de apoyo vitales para las mujeres, la criminalización de la resistor feminista y la incapacidad del gobierno para encarar la formidable convergencia de la violencia de apartado y de los cárteles han demostrado que el simple hecho de ser mujer no define a una presidenta feminista. A medida que se revelan las realidades de su gobierno, se hace cada vez más evidente que la representación sin bono no es progreso: es política performativa disfrazada de igualdad.

Charli McMackin es investigadora académica en Royal Holloway, Universidad de Londres, con una Destreza en Ciencias en Estudios Latinoamericanos y una Destreza en Artes en Lenguas Modernas de la Universidad de Oxford.