

El autor es periodista.
Reside en Nueva York.
Por Miguel Gonell Jackson
Las creencias antiguas llevadas a promontorio para perseverar la vigencia, el respeto y la bondad en estos días de Semana Santa, los cuales vivimos en nuestros hogares los que tenemos 50 o más primaveras, han pasado a la historia.
Junto a memorar que llegado el jueves santo nuestros padres y abuelos tenían todo coordinado en sus hogares para respetar dichos días.
Desde los alimentos a consumir, la obligada amparo a las iglesias, el silencio en los hogares, hasta el cese de las actividades laborales, eran consideradas obligatorias para memorar la homicidio y resurrección de nuestro señor Señor.
En aquellos tiempos, se creía que las parejas de esposos o novios no podían sostener ningún acercamiento sentimental, que provocara la excitación a relaciones sexuales, ya que se consideraba un pecado y de hacerlo tendría como consecuencia, el castigo de quedarse «pegados».
No se cortaban árboles para cocinar, ya que de hacerse desobedeciendo esta tradición, de estos brotaria raza.
Bañarse en ríos, arroyuelos o playas el viernes santo, implicaría convertirse en un pez.
En cuanto a las comidas se consumia arroz, guandules, habichuelas (frijoles). habichuelas con dulce, las carnes de animales y aves, eran suspendidas suspendidas en estos días, y en cambio se consumían pescados, huevos y espagueti
Aunque esta novelística parezca un relato, en verdad, esa era la creencia cinco décadas detrás.
¿Ingenuidad o desconocimiento? En verdad esa creencia de aquellos tiempos,aunque pareciera una ignorancia por la inexistencia del internet, nos evitó en gran medida el número de víctimas que hoy día se produce en carreteras, autopistas, balnearios de agua dulce y salada.
En el mundo de la Era cibernética, plataformas digitales, todo luce tan cambiante que producto del comportamiento que exhibe la gran mayoría de la población universal con el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y el desplazamiento de miles de personas de un punto a otro, ocurren múltiples accidentes de tránsito, riñas, intoxicación por ingesta de comidas y bebidas alcohólicas y al final de estos días que deben ser santos se registra suspensión número de fallecidos.
La desobediencia, el irrespeto a dichas tradiciones, ha llevado duelo, llantos y dolor a muchas familias que no creen en las cosas divinas y hacen todo lo posible por borrar la historia.
Es una sinceridad inocultable que en la contemporaneidad en Semana Santa se produce el anciano desplazamiento de vehículos de un punto a otro en exploración de diversión.
Los radios y equipos de sonido suenan con un nivel injusto en sus decibeles, se consume más cervezas, ron y whisky que en navidades, carnavales y patronales.
La sociedad debe revisarse y enfrascarse un poco mas de tiempo a la consejo, meditación en estos días santos, que más para vacacionar deben ser para enmendar errores, pedir perdón a quienes hemos ofendido, y sobre todo para tener un acercamiento a Altísimo y su amado hijo Señor.
El despertar y el irrespeto a las tradiciones de Semana Santa ha llegado con los cambios en el universo y la aparición de la Era tecnológica, donde dichas creencias han sido echadas al zafacón por la humanidad
Jpm-am
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