Por Raúl Germán Bautista.- Si determinado le puede dejar un gran consejo a los jóvenes es Carlos Baergauno de los jugadores más prometedores de su coexistentes en las Grandes Ligas.

Baerga es un ejemplo de cómo las decisiones personales pueden desviar una carrera que parecía destinada al Salón de la Auge. Nacido en Santurce, Puerto Ricoen 1968, Baerga fue una sino en progreso en las Grandes Ligas durante la plazo de los 90. Con un talento descomunal para el aspersión, sus números eran simplemente impresionantes, pero el camino en dirección a la dimensión estuvo traumatizado por una serie de decisiones que terminaron opacando lo que pudo deber sido una carrera aún más legendaria.

Baerga se incorporó a las Grandes ligas en 1990 con los Indios de Cleveland. Desde su arribada, demostró ser un bateador de clase mundial. En 1992 y 1993, Baerga alcanzó cifras que lo colocaban entre los mejores en su posición, en la segunda almohadilla.

En esos dos primaveras, logró 205 y 200 hits, respectivamente, adicionalmente de conectar 20 cuadrangulares o más en ambas temporadas. A esto se le sumaron 105 y 114 impulsadas, una cantidad impresionante para cualquier bateador, y aún más para un señorita de escasamente 23 y 24 primaveras.

Te puede interesar: Alex elige observancia sobre récords: “696 con los Yankees valen más que 700 con otro uniforme”

Su promedio de aspersión en esos primaveras fue de .312 en 1992 y .321 en 1993, lo que lo situó entre los mejores bateadores de la alianza. Aquellos números lo colocaban, sin extensión a dudas, en la conversación de los grandes del béisbol, y su futuro parecía prometedor.

Muchos creían que Baerga podía ser uno de los mejores bateadores de su era, y su nombre resonaba con fuerza en las proyecciones en dirección a el Salón de la Auge.

Pero, como aceptablemente lo dijo el propio Baerga en varias entrevistas, todo lo que es divino en el mundo del béisbol viene con un flanco equívoco. El cuartos, la triunfo, los viajes y el gratitud son parte del encanto, pero incluso traen consigo tentaciones que pueden arrostrar a los jugadores por caminos equivocados. En sus propias palabras, Baerga confesó que su vida personal fue uno de los principales factores que lo apartaron de una carrera en dirección a el Salón de la Auge.

“Todo en Grandes Ligas es precioso, es hermoso; el cuartos, la triunfo, los parques, los viajes, todo. Pero lo que hay detrás de todo eso es una cosa aceptablemente dura. Yo no quería que mi hijo firmara profesional, porque yo sabía que se iba a desavenir a muchas cosas que yo me enfrenté, que me hicieron a mí desviarme de esa carrera que yo llevaba en dirección a el Salón de la Auge por tomar decisiones incorrectas fuera del contorno de placer”, reconoció Baerga.

La vida nocturna, las mujeres y la desatiendo de refrigerio fueron solo algunas de las distracciones que lo llevaron a perder el enfoque. En varias ocasiones, se reconoció que Baerga no pudo perdurar la disciplina necesaria para seguir siendo el atleta constante que su talento exigía.

Las consecuencias de este desorden personal no se hicieron esperar. A pesar de sus cifras impresionantes y su inmenso talento, Baerga no pudo perdurar su nivel de placer en la cima.

Pasó por diferentes equipos durante su carrera, como los Mets de Nueva York, los Arizona Diamondbacks, los Washington Nationals, los Boston Red Sox y los San Diego Padres, pero nunca volvió a ser el atleta de impacto que fue en sus primeros primaveras en Cleveland.

A pesar de todo, Baerga sigue siendo recordado como uno de los mejores segunda almohadilla de su era, y su nuncio en Cleveland es incuestionable.

Hoy, Baerga tiene una visión más clara sobre lo que pudo deber sido. En una entrevista, expresó: “Estoy en el Salón de la Auge de Cleveland, pero donde yo quería estar sabe dónde lo sentí, cuando ingresaron a mi compañero Jim Thome.” Para Baerga, la entrada al Salón de la Auge de Cooperstown, un extensión que alguna vez soñó alcanzar, es un recordatorio constante de lo que pudo deber acabado si sus decisiones personales hubieran sido diferentes.

Aunque su carrera en Grandes Ligas fue exitosa, la sensación de no deber ajustado su mayor potencial siempre lo acompañará. Las estadísticas, que incluyen 1583 hits, 134 cuadrangulares y 774 impulsadas.

El béisbol siempre será un reflexiva de la vida misma: un deporte harto de oportunidades y desafíos, donde el talento es solo una parte del camino en dirección a la celebridad. Carlos Baerga es el refrendo de esa dualidad, una sino que brilló intensamente, pero cuyo delirio en dirección a el Salón de la Auge se vio truncado por un desenfoque que, lamentablemente, arruinó lo que pudo deber sido una historia aún más grandiosa.