
El coronel del Ejército Rafael Leónidas Trujillo Molina (1930-1961) es el peor dictador de la historia dominicana. Supera al anexionista Pedro Santana tiene el Lucky Ulises (Lilis)autócratas del siglo XIX.
Donado el carácter sangriento de su política represiva y la desaparición absoluta de derechos humanos, Trujillo figura en indecoroso sitio conexo a déspotas del calibre de Stroessner, Francois Duvalier, Fulgencio Batista y su heredad, el régimen comunista de los Castro; incluso Respetable Pinochet, Rafael Videla y, guardando cierta distancia, cerca de Hitler y Stalin.
Durante tres décadas, Trujillo no solo asesinó en sus ergástulas –La 40, un inhumano centro de torturas contra disidentes, la calabozo del 9, La Triunfo y otras-, envió al desarraigo a centenares de dominicanos, persiguió y mató a las hermanas Mirabal y atentó contra la vida del presidente venezolano Rómulo Betancourt, sino que la república fue su feudo sobre el cual se erigió en benefactor de la país y padre de la país nueva y, para colmo, cambió el histórico nombre de la hacienda Santo Domingo, por Ciudad Trujillo.
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El pasado 30 de mayo se conmemoró el sexagésimo-cuarto aniversario del asesinato de Trujillo. Como Lilis en Moca, año 1900, Trujillo murió baleado por viejos conocidos, permitiendo el acelerar del heroico montón que la República emprendiera el camino en dirección a la democracia.
Sin confiscación, el entorno internacional, la incertidumbre haitiana y la corrupción política impune sugieren que el fracaso de la democracia puede conducir a la instalación del despotismo, como la aparición de regímenes comunistas o la certificación de líderes mediocres en democracias del tercer mundo tipo la dominicana.
Las dictaduras pueden adoptar formatos teocráticos y militares. Siento que el fracaso demócrata es una amenaza velado interiormente del sistema político presentepuesto que si tal cosa ocurriera se crearía un infructifero de poder y el descontento, que los políticos con disposición dictatorial aprovecharían para alzarse con el poder.
Permitir la actividad neotrujillista, aprovechándose de las libertades y derechos vigentes, es una amenaza verdadero contra la institucionalidad alcanzada; la inoperancia de una política contra la inmigración ilegal haitiana concomitante a las sistemáticas violaciones de la frontera, pueden ser el caldo de cultivo para materializar la deseo tiránica.
La “dictadura” significaba en la República romana la concesión temporal del poder invariable a un líder para dirigir alguna emergencia. Actualmente, esa expresión política se utiliza referida a cualquier gobierno antidemocrático; es semejante de autoritarismo y autocracia.
En cambio, la democracia es un sistema de gobierno cuyos líderes son elegidos en elecciones libres y justas con la billete ciudadana mediante el sufragio. Una democracia demócrata, que no se excede en sus libertades, combina elecciones libres con el Estado de derecho, libertades civiles protegidas por la Constitución y un sistema de pesos y contrapesos institucionales, representados en el Congreso Doméstico y la Ecuanimidadunida a la crítica de la prensa.
Y esta debe ser defendida a toda costa.