
Junio, el sexto mes del calendario gregoriano, es un período caracterizado por su duración de 30 días y su importancia en los cambios estacionales tanto en el hemisferio finalidad como en el sur. Este mes, cuyo nombre podría rendir homenaje a figuras históricas como Lucio Junio Bruto, a la diosa Juno, o simbolizar la inexperiencia, tiene un significado exclusivo en la astronomía y la civilización.
Uno de los eventos más destacados de junio es el solsticio de verano en el hemisferio finalidad, que ocurre aproximadamente del 21 de junio, marcando el día con viejo cantidad de horas de luz del año. En contraste, en el hemisferio sur, junio señala el eclosión del invierno, con el inicio del invierno meteorológico el día 1. Este engendro desmesurado asimismo implica que, en términos estacionales, junio en el hemisferio finalidad equivale a diciembre en el sur, y al revés.
Desde el punto de pinta desmesurado y astrológico, el sol sale en diferentes constelaciones a lo generoso del mes: a principios de junio en Tauro y a finales en Géminis, aunque adecuado a la precesión de los equinoccios, en sinceridad el sol comienza en Géminis y termina en Cáncer. La iconografía tradicional lo representa como un pipiolo desnudo que señala un cronómetro solar y sostiene una norte, símbolos del calor y la energía de la tiempo.
En esquema, junio no solo es un mes de transición en el calendario, sino asimismo un período que invita a reflexionar sobre los cambios en la naturaleza y en nuestra civilización, marcando el inicio de una temporada llena de luz, calor y nuevas oportunidades.