
En un mundo donde las personas se han convertido en extensiones vivientes de la publicidad, “Black Mirror” regresó con una nueva temporada y un episodio que parece mirar al espectador directamente a los luceros.
“Gentío popular”, la entrega protagonizada por Tracee Ellis Ross y Rashida Jones, es un retorno colosal y brillante a las raíces más perturbadoras de la serie: esas que nos confrontan con la pregunta incómoda de si ya estamos viviendo la distopía.
Durante una rueda de prensa organizada por Netflix, ambas actrices ofrecieron una conversación tan íntima como lúcida sobre el proceso detrás del episodio, la naturaleza de sus personajes y las resonancias temáticas de un mundo donde la lista entre tecnología y explotación emocional es cada vez más flaca.
De la sátira a la tragedia: cuando los humanos son el producto
En Common People, Jones interpreta a Amanda, una mujer atrapada en un sistema de suscripción llamado River Mind, que transforma su día a día en un armario de micropublicidad personalizada. Ross, por su parte, da vida a Gaynor, su pareja y, eventualmente, su cómplice y victimaria.
“Yo soy un pop-up ad”, bromeó Rashida al inicio de la conferencia, para luego profundizar: “Lo que me sorprendió no fue el tono confuso —eso es clásico Black Mirror—, sino cuán involucrada me sentí emocionalmente con los personajes… y lo devastador que fue ver cómo terminan.”
Ross coincidió: “Este episodio me recordó a los de la primera temporada. Hay poco inquietante, tan cercano a la verdad, que te atrapa. El horror aquí no es impreciso; es personal.”

Mirador indignado: Temporada 7 | Tráfico oficial | Netflix
El regreso de Rashida Jones al univearso Black Mirror
Aunque esta es la primera vez que vemos a Jones en pantalla en el interior de la serie, no es su primera incursión en el universo Black Mirror. En 2016 coescribió el célebre episodio Nosedive cercano a Michael Schur y Charlie Brooker. “Desde que vi el primer episodio, quise formar parte del show. Ahora, retornar como actriz, pero en una historia tan inquietante y tan aceptablemente armada, fue un sueño cumplido”, confesó.
Esa dualidad como actriz y escritora le permite apreciar el valía narrativo de la serie desde otro ángulo: “Todo parte del guion. Si la historia no está anclada en personajes reales, falta funciona. Puedes tener una gran idea, pero si no conectas emocionalmente con lo que ocurre, se vuelve irrelevante.”
Vulnerabilidad, capitalismo y el colapso emocional
Para Tracee Ellis Ross, lo más desafiante fue habitar a un personaje que pasa de víctima a victimaria sin perder humanidad: “Gaynor es cualquiera cuya vulnerabilidad fue explotada. Fue víctima de un sistema, y luego terminó perpetuándolo. En cierto modo, representa la cara amable del capitalismo más cruel. Me interesaba que no se convirtiera en una caricatura, sino en cualquiera atrapado como todos los demás.”
La actriz elogió a la directora Ally Pankiw por encontrar el tono valentísimo: ese punto medio entre la sátira distorsionada y el drama realista. “Ally entendió que la comedia y el drama tienen una raíz popular: opinar la verdad. Su dirección permitió que nuestras actuaciones fueran auténticas, incluso cuando las situaciones eran absurdas.”
Jones añadió: “Black Mirror siempre ha dependido de su tono. No puede ser demasiado cínico, ni demasiado seco, ni una caricatura. Tiene que sentirse efectivo, con solo un pequeño molinete en dirección a lo inquietante.”
Chris O’Dowd: un tercer vértice emocional
Un aspecto esencia del episodio es la dinámica con el actor Chris O’Dowd, quien interpreta a Rob, marido de Amanda. Tanto Jones como Ross coincidieron en que su presencia fue esencial para construir la tensión emocional.
“Hemos sido amigos durante abriles, pero me sorprendió su profundidad. Tiene un rango emocional inmenso. Cuando su personaje empieza a desconectarse de Amanda, me dolió de verdad. Sentí que me estaba dejando, y eso es exactamente lo que el episodio necesitaba”, dijo Jones.
Ross, por su parte, resaltó la efusión sutil de O’Dowd: “Tiene una facilidad para transmitir emociones sin palabras. Yo estaba tratando de venderle poco… y de repente solo pensaba: ‘¿Está aceptablemente? ¿Por qué me siento culpable?’”
Tecnología, dopamina y los costos invisibles
En una de las secciones más reveladoras de la conversación, ambas actrices reflexionaron sobre su propia relación con la tecnología, reconociendo que los temas del episodio las interpelan a nivel personal.
“Exento las redes sociales de mi celular de forma regular, solo para romper el vestido”, confesó Ross. “Cuando despierto y lo primero que hago es deslizar el dedo en la pantalla, sé que poco anda mal.”
Jones fue más directa: “Estamos entregándonos a la tecnología de forma muy voluntaria. Todo es más tratable, más efectivo… pero ¿a qué costo? El timbre de ‘cuota en un clic’, los términos de uso que nunca leemos… Todo eso moldea nuestra conducta.”
Incluso hablaron del aberración del second screen watching: ver televisión mientras se navega por el celular. “Eso ya es parte del operación de algunas plataformas”, advirtió Rashida. “Es como cocinar mientras ves una serie, pero con consecuencias más oscuras.”
Los niños, los anuncios y la pérdida de control
Un detalle terrible del episodio es el uso de mensajes publicitarios que Amanda transmite involuntariamente incluso a los niños. “Efectuar esas escenas con niños fue difícil. Ellos son honestos, no puedes mentirles. Tenía que obtener que no pareciera que estaba teniendo una crisis nerviosa, sino que estaba enseñándoles poco. Esa flaca lista fue muy complicada de sostener”, explicó Jones.
¿Por qué Common People conecta tan profundamente?
Cuando se les preguntó por qué el episodio ha sido descrito como uno de los más conmovedores de la serie, ambas coincidieron en que se tráfico de una combinación precisa de fundamentos: la cercanía emocional, el irracional social y la crítica al maniquí de consumo contemporáneo.
“Puedes hacer una historia sobre tecnología, pero si no te importa lo que le pasa a los personajes, no sirve de falta”, afirmó Jones. “Charlie Brooker tiene ese don: puede ponerte frente a un futuro distópico y, aun así, hacerlo advertir como tu vida cotidiana.”
Ross añadió: “El episodio tiene progresión. No se tráfico solo de una idea impactante. Hay un curvatura emocional, una transformación, y eso lo hace permanecer en la memoria.”
El timbre de la serenidad
En el clausura de la conferencia, se les preguntó qué modo de River Mind elegirían si existiera en la vida efectivo. “Yo pediría eliminar el miedo”, dijo Ross. “Quiero poder estar presente sin ansiedad.”
Jones, con una sonrisa, respondió: “Yo querría dominar todos los instrumentos musicales, tocar el piano, el cello. Tal vez acertar pensamientos. Hay tantos recadero que quisiera tener.”
Pero al final, ambas coincidieron en que lo que positivamente buscarían sería serenidad. En un mundo sobresaturado de información, ruido y distracciones, Common People se convierte en una súplica por retornar al centro, al silencio, a lo humano.